“Dejásela la pelota, rata. Jajaja”. Aunque el video viral fue grabado de manera peyorativa por alguien de la parcialidad platense luego de que Estudiantes perdiera 4-0 en La Paternal, el clip que muestra a dos empleados de Argentinos timbreando las casas de la calle San Blas para recuperar una pelota desviada refleja, en su forma más pura y natural, la idiosincrasia de esta Asociación Atlética. “Orgulloso. Cada pelota vale 200 lucas. Estamos en obras y hay que cuidar el mango”, posteó Cristian Malaspina, presidente del club, tras ver este video. Alguna vez, el gran César Luis Menotti, dijo que “al fútbol se juega como se vive”, y este buen presente futbolístico de Argentinos está en total armonía con gestos como este.
Argentinos Juniors –
La insólita secuencia que se vivió en Argentinos – Estudiantes
video: cabrera10
En su esfuerzo constante por “cuidar el mango” y con plena conciencia de sus limitaciones económicas, Argentinos logró meterse entre los ocho mejores del torneo con un plantel compuesto por jugadores terrenales, alejados de los flashes del mercado. Con un valor de mercado de 33,80 millones de dólares —la mitad de lo que cuesta el plantel de Boca (u$s 83M) y tres veces menos que el de River (u$s 103M)—, el Bicho se metió en los cuartos de final ganándose, partido a partido, el respeto de sus rivales y el reconocimiento general del fútbol argentino.
Lo que distingue este logro no es solo el resultado deportivo, sino el método: un trabajo artesanal, paciente y bien enfocado que permitió construir un equipo competitivo dentro de un contexto de fuertes restricciones. Una estrategia inteligente que priorizó el desarrollo, la revalorización y el sentido colectivo por encima del brillo individual. Y eso, en un fútbol cada vez más exigente y condicionado por los números, vale doble.
Tomás Molina festeja su gol para Argentinos Juniors contra Estudiantes (Fotobaires).
Con Nicolás Diez al frente —un entrenador surgido del propio Semillero de Argentinos Juniors— el equipo logró consolidar una identidad clara. Más allá de establecer una idea de juego definida, Diez se destacó por potenciar a juveniles del club y por revalorizar a jugadores que llegaban con un recorrido discreto, pero que bajo su conducción encontraron su mejor versión.
Uno de los casos más emblemáticos es el de Tomás Molina, un delantero que debutó en Huracán en 2016 y luego transitó un camino irregular: pasó por el Ascenso, jugó en Ecuador y México, y también tuvo pasos por Talleres de Córdoba y Central Córdoba. En el ciclo anterior, con Guede, no había logrado destacarse. Sin embargo, con Diez se convirtió en una pieza clave: suma nueve goles y una asistencia en los últimos diez partidos y es el goleador del torneo junto a Maravilla Martínez.
Tomás Molina festeja su gol para Argentinos Juniors contra Estudiantes (Fotobaires).
Otro de los recuperados es Nicolás Oroz. Cuestionado en su salida de Racing a comienzos de 2024, hoy es un nombre fijo en el once titular. Participó en todos los partidos de la temporada, convirtió un gol y repartió una asistencia, pero más allá de los números, es su influencia en el juego lo que lo volvió indispensable. Y también aparecen nombres como Emiliano Viveros, un joven de 22 años que llegó desde Arsenal de Sarandí y mostró una rápida adaptación, o Sebastián Prieto, que alcanzó un rendimiento muy sólido.
Festejo de Nicolás Oroz
Unión – Arg Juniors. Foto: Jorge Junes / Prensa Arg Jrs
Estos ejemplos, que reflejan la mirada precisa del cuerpo técnico y la capacidad del club para detectar talento, sostenerlo y potenciarlo, se complementan con la irrupción de varios juveniles surgidos del Semillero. Uno de los más destacados es Román Vega, quien, con apenas 21 años, se perfila como el proyecto más prometedor del club. Su proyección es tal que ya despertó el interés de varios equipos del exterior. Otro caso es el de José María Herrera: el Tucu disputó 17 partidos en la temporada, anotó cinco goles y dio dos asistencias, consolidándose como una de las grandes apariciones.
José María Herrera festeja su gol ante Estudiantes.
En Argentinos todo se cuida: la pelota, el mango y la identidad. Lejos de los lujos, el club construyó un presente sólido con esfuerzo, visión y trabajo silencioso. Cada avance, cada gol y cada juvenil potenciado reafirman una forma de hacer las cosas. En un fútbol donde prima la urgencia y -en muchos casos- el gasto desmedido, el Bicho marca el camino desde la austeridad y la coherencia. Y en esa coherencia, tal vez, reside su mayor fortaleza.