A la hora de hablar de masturbación, técnicas y posturas sexuales, deseo y estimulación en cualquier etapa de la vida adulta, la sexología actual encontró una metáfora muy útil: cualquier persona es capaz de construir su propio “mapa del placer”.
Ser cartógrafos del goce sexual —a solas o en pareja— no solo puede ser una actividad muy satisfactoria para las personas, la ciencia también se ha puesto manos a la obra para estudiar modelos que consoliden una verdad que los especialistas repiten a menudo: nuestro mayor órgano sexual es la piel. En otras palabras, que no solo obtenemos placer y excitación mediante la estimulación de los genitales y que nuestra mente juega un rol crucial en el disfrute.
Un estudio publicado en la revista Archives of Sexual Behavior en 2020 analizó las respuestas de 613 participantes de Reino Unido para entender más sobre la excitación en hombres y mujeres de diferentes preferencias sexuales y de qué forma se distribuyen las zonas erógenas del cuerpo humano según sus respuestas. Aunque la muestra es reducida, abre una discusión sobre cómo pensamos el deseo.
El ABC para hacer tu “mapa del placer”: dónde empezar
El paper, titulado “El espejo erógeno: Mapas intersubjetivos y multisensoriales de la excitación sexual en hombres y mujeres”, dividió 41 áreas corporales según las respuestas de los entrevistados y las dividió en tres categorías: las zonas sexuales, las zonas sensuales y las zonas no sensuales.
Las zonas sensuales, relacionadas a las caricias y a los juegos previos al coito son los labios, el cuello, los hombros, las manos, los dedos, la cabeza y la nuca. Foto: ilustración Shutterstock
Las zonas sexuales, definidas como las áreas “típicamente implicadas en la actividad sexual” son los genitales, los pezones, las nalgas, la boca y el pecho. Las zonas sensuales, relacionadas a las caricias y a los juegos previos al coito son los labios, el cuello, los hombros, las manos, los dedos, la cabeza y la nuca. Por último, las zonas no sensuales son las áreas que las personas raramente consideran como excitantes; se trata de los codos, las rodillas, la barbilla y las pantorrillas.
“Realizar este ‘mapeo’ sexual y erótico es una buena forma para que cada persona se conozca a sí misma y luego, siempre de manera consensuada, para que se produzca un encuentro sexual satisfactorio con el otro”, consideró la sexóloga y psicóloga Lucía Báez Romano, presidenta de la Asociación Sexológica Argentina, en diálogo con Clarín.
Los investigadores quisieron discernir si las personas reportaban la misma excitación cuando eran tocadas o miradas en estas tres áreas y reafirmaron la idea de que las experiencias sexuales no son unisensoriales; es decir, ninguna zona erógena responde sólo al tacto. Báez Romano resaltó especialmente que nuestros cinco sentidos son fundamentales para despertar el erotismo.
Para la sexóloga, las estrategias para potenciar la vida sexual parten siempre de permitirse explorar y tener una actitud abierta. En pocas palabras, aprender a jugar.
Recordar que experimentamos la sexualidad con todos nuestros sentidos es crucial a la hora de confeccionar nuestro mapa erótico. Foto ilustración Shutterstock.
Otro dato interesante del estudio es que arrojó una diferencia en la percepción de lo que encontraban más excitante varones y mujeres.mirar o tocar el cuerpo de su pareja que al pensar en acariciar su propio cuerpo. Las mujeres, en cambio, reportaron una mayor excitación con las zonas sexuales de su propio cuerpo que con las de su pareja (genitales, nalgas, pezones y pechos). A su vez, ellas consideraron más estimulantes las zonas sensuales de sus compañeros (los labios, el cuello, los hombros, las manos, los dedos, la cabeza y la nuca) que las propias.
En ese sentido, Báez Romano indicó que, en el caso de quienes estén muy centrados en la genitalidad, es fundamental explorar las áreas sensuales, disfrutar de las insinuaciones, comunicarse claramente. “La idea del ‘mapeo erótico’ es abrir, abrirse a buscar la sensualidad en el propio cuerpo y el de la pareja —precisó—. Por ejemplo, el varón puede ser muy sensual, muy sensible y nos olvidamos de que lo es. Está más asociado a la mujer, pero no hay que adjudicarlo a un solo género”, aclaró.
Tocar la parte interna de los muslos, el cuello, la nuca o centrar la experiencia en dar y recibir caricias no solo permite una vivencia más integral de nuestra sexualidad, sino que también favorece a la relajación, un factor clave dentro de la respuesta sexual. Para la sexóloga, uno de los grandes enemigos de la respuesta sexual y el orgasmo es, justamente, la ansiedad por la ‘performance’ o por lograr ciertos resultados. Más bien, recomendó dejar afuera los guiones autoimpuestos y explorar prácticas como el mindfulness.
La clave del “espejo erógeno”: qué miramos en la otra persona
Los investigadores abrieron la puerta a una nueva idea, a la que llamaron el “espejo erógeno”. Aunque está lejos de ser algo comprobado y amerita más investigaciones, señalan que las personas que encuentran una zona sensual específica de su cuerpo excitante tienden también a encontrar esa misma zona excitante en el cuerpo de su pareja.
Hacer un «mapeo sexual» de lo que nos gusta habilita poder construir un «mapa compartido del placer». Foto: ilustración Shutterstock
Según los resultados de la encuesta “las preferencias individuales por determinadas partes del cuerpo eran comunes tanto a lo que experimentamos en nuestro propio cuerpo como a lo experimentamos en el cuerpo de nuestra pareja, independientemente de la modalidad sensorial”. Esto puede convertirse en una especie de “mapa compartido del placer” si en la pareja ambos cultivan una comunicación que asegure una mejor sintonía que considere la diferencia en los ritmos, la frecuencia y las sensaciones de cada persona.
Ahora, pasar del mapa al territorio puede parecer muy desafiante. En ese sentido, Báez Romano indicó que si la estimulación erógena parece compleja, también es cierto que brinda grandes posibilidades y debe descubrirse. “Cuando uno/a se conoce a sí mismo/a puede transmitir esto a su pareja y guiarlo/a. Lo más importante es derribar mitos, explorar de forma responsable y vivir la sexualidad más allá del coito o la penetración”.