Entre el temporal de Bahía Blanca y el del norte de la provincia de Buenos Aires, que se registró el fin de semana pasado, se cuentan 21 muertos, dos desaparecidos y miles de evacuados. Así, las consecuencias de ambas inundaciones son devastadoras y la pregunta que muchos se hacen es si estos fenómenos tiene algún vínculo con el cambio climático y si estos eventos meteorológicos cobrarán una mayor dimensión en el largo plazo.
La respuesta no es sencilla porque la meteorología no es taxativa. Sin embargo, en términos generales, la probabilidad de que se incrementen en cantidad e intensidad eventos de lluvia es cada vez más alta. Y sí, el cambio climático tiene una influencia, aunque no es la única variable a tener en cuenta.
Esto significa que cuanto más caliente esté la atmósfera y el océano, más probable es que tormentas como las del fin de semana pasado en el norte bonaerense se formen. “La razón es sencilla. El aire caliente tiene la capacidad de almacenar más humedad. Es física”, explicó Marisol Osman, climatóloga en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA) y del departamento de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Tormentas intensas
Según explican los expertos, una tormenta intensa no necesariamente desemboca en un desastre. Aquí convergen diferentes variables como climáticas −la cantidad de agua caída, la duración y la zona en la que se registra el temporal−; geográficas y edafológicas −el relieve, el tipo de suelo y la vegetación de la zona− y político-sociales −la población y la infraestructura que hay en el lugar−.
En la Argentina, en términos absolutos, llueve más que antes. Varios expertos afirman que en distintas partes del territorio las precipitaciones aumentaron en las últimas seis décadas. En particular, este fenómeno se registra en el centro, este y noreste del país. Y la región más crítica es la que se ubica alrededor del Río de la Plata y del Paraná. En esta zona de influencia aparecen la ciudad de Buenos Aires y las localidades del norte bonaerense que el fin de semana fueron afectadas por el temporal.
En esas áreas no solo desde 1961 hay un mayor registro de precipitaciones, sino también de eventos considerados extremos. Es decir, tormentas, en las que en un breve período de tiempo (de uno a tres días) cae la misma o superior cantidad de milímetros que en un lapso de uno o más meses.
Para Leandro Díaz, meteorólogo e investigador en el CIMA, “los eventos, cuando son muy extremos, son difíciles de evaluar. Ocurren muy episódicamente. No obstante, son muchos los estudios que muestran que hay una tendencia de eventos de precipitaciones extremas”.
Un estudio publicado hace diez años por meteorólogos argentinos ya advertía que, en términos generales, hay más lluvia que antes. “En la zona centro y noreste vemos un aumento de 100 a 150 mm solo en la temporada de verano. Y por año hay casos como el de Entre Ríos, en donde llueve de 200 a 300 mm más que hace 63 años”, describió Matilde Rusticucci, especialista en Cambio Climático, investigadora principal del Conicet y coautora de la investigación. Tanto ella como el resto de los expertos aclaran que estos datos se refieren al verano. “Si bien sabemos que, de forma general, hay más probabilidad de que se formen tormentas así, lo que se ha medido con certeza es durante esa estación”, añade Osman.
Rusticucci advirtió que desde la publicación de aquel artículo hasta ahora, la cantidad y frecuencia de eventos intensos es mayor. Al contrario de estas zonas, tanto en Cuyo como en la cordillera patagónica, la caída de precipitaciones se redujo. Incluso hay áreas en donde se ha declarado una prolongada sequía.
El rol del cambio climático
Hasta ahora no hay estudios que atribuyan estrictamente las lluvias del fin de semana pasado al cambio climático. Osman aclaró que frentes fríos como el que ayudó a formar ese temporal es común en esta época del año. “Normalmente, estos frentes traen lluvias prolongadas y constantes, mientras que en verano se registran tormentas intensas y cortas. Ahora se combinaron. En este caso, lo anómalo fue el calor y la humedad que había antes de la tormenta”, detalló.
Otras variables que pueden influir en la cantidad de lluvia son el fenómeno del El Niño y de La Niña o los ciclos hídricos naturales. “Es mucho más predecible la atribución de tormentas cuando hay influencia de El Niño, pero este año es neutra”, explicó Rusticucci.
World Weather Attribution (WWA), la organización meteorológica internacional dedicada a atribuir eventos climáticos extremos al calentamiento global, todavía no ha confirmado si trabajará sobre las inundaciones que afectaron al norte bonaerense.
No obstante, en diálogo con LA NACIÓN, Friederike Otto, profesora titular de Ciencias del Clima en el Imperial College de Londres y directora de WWA, señaló: “Estudiamos recientemente las inundaciones en Bahía Blanca. Según los datos que analizamos, las lluvias que desencadenaron las inundaciones fueron entre un 7% y un 30% más intensas en comparación con el clima preindustrial. Basándonos en esto y en un creciente cuerpo de evidencia, es altamente probable que las lluvias que provocaron las inundaciones cerca de Buenos Aires [se refiere a las registradas en el norte bonaerense] hayan sido intensificadas por el cambio climático”.