El ganador de las elecciones porteñas fue el 47% de los vecinos que se mostraron indiferentes al llamado de las urnas. A ese padrón hay que ponerle la lupa para sacar un balance sincero de quiénes deben festejar, llorar o preocuparse.
Quien primero debiera preocuparse es el gobierno nacional, que mandó a uno de sus voceros a ganar y apenas logró repetir el porcentaje de votos (30,13%) que había alcanzado en 2023 la fórmula Milei-Villarruel (30,13%).
CABA es el distrito del presidente y en donde buscó desplazar la fuerza que le ha copado el gobierno con funcionarios y proyectos, el PRO macrista que gobierna con la coalición Cambiemos. Este resultado pone en emergencia la validez de la narrativa oficial de que en la Argentina hay un cambio de época.
Si fuera así, el candidato del presidente hubiera ganado por más del 50% de los votos. Ese es el porcentaje con el cual ha gobernado el sistema Macri en la Ciudad desde hace casi 20 años. La indiferencia del vecino es el hecho a desmenuzar en sus efectos políticos. El más obvio es que en unas elecciones que el gobierno nacional logró nacionalizar, volvió a imponerse otra vez un oficialismo.
Es la tendencia en la Argentina contemporánea, que sólo interrumpió la peste Covid. La pandemia llevó a muchos oficialismos a la derrota, desde Donald Trump al peronismo criollo.
Todos festejan porque algo ganaron
El público advirtió con esa indiferencia la naturaleza de la disputa porteña. Fue una elección sin épica: apenas un cambio de camiseta y la abstención como mensaje. Cada cual tiene su percepción. Se entrecruzan las explicaciones proselitistas del gobierno, de la oposición, de la gestión local.
Todos festejan porque algo ganaron. Y están también las miradas más crudas y realistas. Como sucede con el voto, cada elector deposita una interpretación a la carta. Desde esta perspectiva, la elección no tiene gran trascendencia. No fue más que un cambio de pecheras dentro de la misma familia política. Ha sido otra etapa en la transferencia de poder que se inició en 2023 desde el PRO macrista hacia el mileísmo.
Más allá de las pullas, los funcionarios que fueron parte de Cambiemos, especialmente del PRO, hoy ocupan los lugares más relevantes del gabinete nacional. La fórmula presidencial de Cambiemos 2023 está incorporada al gabinete, los ministros clave (Caputo, Sturzenegger) lo confirman. Los planes de gobierno provienen todos del archivo técnico de Cambiemos – la ley de Bases, el DNU/70, etc. -. Son la herencia vacante de la fórmula de Cambiemos. Milei no inventó el programa: lo adoptó.
Presentar esta elección como una batalla entre dos fuerzas opuestas es una ficción. No fue una guerra de secesión. Fue una cesión ordenada. La confirmación es el gesto político de Macri: un vuelo al exterior la misma noche de la elección, y el reiterado de (alg)ún acuerdo.
Adorni real vale un 15,99%
La baja participación es el dato estructural. El 47% de los votantes se quedó en la casa. Cuando se calcula el respaldo real sobre el total del padrón, el panorama se vuelve aún más claro.
Adorni obtuvo el 15,99% de los votos del total de vecinos de la ciudad. Santoro, el 14,52%. El PRO, el 8,46%. Larreta, el 4,29%, la Izquierda 1,68%, Marra 1,39%, La Coalición Cívica 1,32%, los radicales el 1,22%. Esa es la real representación de los candidatos respecto de los 3.088.750 habilitados para votar.
Cuando la asistencia al voto es alta, es una observación impertinente. Pero cuando es tan baja, como ocurrió en CABA, es la cantera donde hay que encontrar el verdadero mensaje de las urnas. El voto que ganó fue el del desinterés. Este resultado no indica ni una revolución ni una nueva mayoría.
La falta de entusiasmo no puede desligarse de la actitud del principal referente del distrito, que es Mauricio Macri. No quiso ser candidato en ninguna categoría desde 2019, cuando perdió la reelección. Se negó a ser candidato en 2023. Ha avisado que no lo será este año ni a diputado ni a senador. Además, respalda la orientación general del gobierno nacional, porque es su programa, ejecutado por sus exfuncionarios. No hay fuerza en su liderazgo. No hay disputa de rumbo.
Xenofobia deliberada
El 15% en el distrito del presidente es un resultado que debería preocupar al oficialismo. Tras meses de confrontación, medidas ruidosas y declaraciones altisonantes, ese respaldo parece escaso. No se puede hablar de una nueva fuerza con el 15% de los votos y con un candidato-vocero, no líder.
El padrón creció desde 2018 con la habilitación de los extranjeros residentes a votar. Son 500.000 electores nuevos, segmento donde el ausentismo fue récord.
¿Cómo interpretaron esos migrantes el anuncio del gobierno, antes de la elección, sobre políticas más duras hacia los extranjeros? Posiblemente, como una señal hostil. Las respuesta fue quedarse en la casa.
Del total de 500.000 extranjeros votó apenas el 14%. Quienes creen que el gobierno nacional desalentó la participación, entienden que esas amenazas de mano dura con los hermanos latinoamericanos fueron deliberadas.
Aparatos en cámara lenta
Cuando la asistencia es baja los aparatos partidarios son más importantes en el resultado. ¿Movilizó La Libertad Avanza su aparato, más allá de la campaña de viralización del Macri trucho? Este recurso canalla le hizo perder al PRO 4 puntos en el tracking de intención de voto entre el viernes y el domingo.
Si el gobierno nacional buscó beneficiarse de la baja participación, no movilizó el aparato. Dejó que el voto fluyese según la demografía de cada barrio. Lo ilustra la diferencia de resultados que hubo en la zona de Retiro.
Esa pedanía está divida por la línea del tren. En Retiro Sur – la Villa 31 – ganó Santoro, segunda Lospennato y tercero Adorni. Cruzando el riel, en Retiro Norte, ganó Adorni, segunda Lospennato y tercero Santoro. En los barrios del Sur tampoco se advirtió que el peronismo movilizase su aparato.
Un aburguesado radical como Santoro se apartó de las algaradas callejeras que le meten miedo al público no peronista. Cerró la campaña en la aséptica aula magna de Medicina. Al votante peronista hay que llevarlo a votar, compañero.
Santoro no llevó a pocos. Es radical, de un partido cuyos militantes van solos a votar, aunque no haya elecciones. Adoptó la estética que había traído Jorge Telerman en 1999 para la campaña de Eduardo Duhalde, con escenarios minimalistas con tonalidades de verde. «- Ese no es un color peronista, compañero», le escuché susurrar a un militante.
Democracia malversada
El gobierno de Milei es un gobierno de minoría y puede convenirle la menor participación posible del público que elige legislaturas. Ha demonizado al Congreso, y justificó el video de Macri construido con AI dentro de los márgenes de la libertad de expresión. Este correr por el borde de la legalidad es uno de los recursos de las “illiberal democracies” que estudió Fareed Zakaria. Se valen de la legalidad republicana para malversarla.
Los politólogos Steven Levitsky y Daniel Ziblatt aportan esta reflexión: “Los asesinos de la democracia siempre tienen cómplices: gente inmersa en la política, que aparentemente acata las reglas del sistema, pero que a la vez abusa de ellas sin hacer ruido. Estos son los que Linz denomina «demócratas semileales».
Los políticos convencionales pueden matar a la democracia cuando dan alas al extremismo antidemocrático, aunque también la pueden socavar de otras maneras. Una de ellas es a través de las tácticas constitucionales duras, conducta que, a grandes rasgos y según la teoría, es conforme a lo que dicta la ley, pero que al mismo tiempo y de forma deliberada mina su espíritu.” (La dictadura de la minoría, Barcelona, Ariel, 2024).
Jorge M fuera del radar
La nacionalización de las consignas le quitó a estas elecciones el carácter de plebiscito sobre la gestión de Jorge Macri. La respuesta fue la indiferencia hacia el pis que olía Larreta, con olfato digno de mejor causa.
Horacio desplegó una campaña municipal que sólo tuvo réplica en la campaña también comunal de Santoro. Pero donde éste ganó y se criticó con más fuerza a la gestión fue también donde hubo menor participación. Si hubiera existido un verdadero rechazo, la asistencia habría sido mayor, en particular en los barrios del sur donde dominó el peronismo. En esas comunas votó el 43% del padrón.
Esta es una señal tranquilizadora para Jorge Macri. Tiene por delante salvar los dos años que le quedan en el cargo. Las cosas ahora pasan por la recomposición en la legislatura con los socios de la coalición: si se suman los votos de Lospennato, los de Horacio, la Coalición y los radicales puede intentar una sobrevida razonable. Perdió, sí, pero en una elección de bajo voltaje, sin épica. Nadie dio la vida a favor ni en contra de su gestión.
El votante pide futuro, no pasado
¿Fue acertada la campaña que montó Horacio de reivindicar su gestión de 16 años, más que exitosa? Quizás debió proponer futuro, que es lo que pide el votante. Es legítimo que festeje los 8 puntos, que valoraron su tarea. Abundan testimonios de gente que afirma aún que Larreta pertenece al PRO.
En el rango nacional de la campaña también es afónico el llamado de Mauricio hacia las realizaciones de su gobierno, que querría que Milei le reconociese. El jefe político del PRO insistió en que desea un acuerdo con el gobierno nacional. Quiere ser parte de la fiesta. Milei, como todo político en ejercicio del poder, quiere conservar el control total. No comparte la lapicera. Usa la de otro, pero firma él.
Ficha sucia mata a ficha limpia
Quedan rumbos abiertos que van a determinar la suerte de los Macri y los Milei en el distrito. ¿Puede el PRO salir del ensimismamiento y la endogamia crónica (lúcidas calificaciones que hicieron, respectivamente Jesús Rodríguez y Elisa Carrió)? Lospennato fue una decisión de urgencia de Mauricio. El 28 de diciembre pasado se firmó el decreto de desdoblamiento de las elecciones. Para esa fecha María Eugenia Vidal era la candidata. Se fue de vacaciones y al volver dijo que solo sería jefa de campaña. Huidiza como su jefe ¿por qué sería candidata si Mauricio decía que no? Lospennato no es del distrito y estaba identificada con una campaña como la de Ficha Limpia, que convoca al eticismo de un sector minoritario de una sociedad liberal y perdonavidas. En el país de las marchas y los piquetes nadie ha visto avanzar columnas con pancartas que pidan ese producto tan refinado. A Lospennato le sirvió para crecer en conocimiento, pero no para ganarle a Adorni, el vocero de la Ficha Sucia que significó esa derrota en el Senado, provocada por el mileísmo y el peronismo.
La delgada línea del aborto
La urgencia de su candidatura no dio quizás tiempo para medir su inserción en la compleja demografía del distrito. Entre los motivos de la derrota de PRO hay analistas que señalan la condición «verde» de Lospennato, que le restó votos en los barrios del Norte de la ciudad en donde le fue mejor a Adorni.
La cuestión del aborto separa aguas, acá y en todo el mundo. El electorado medio y medio alto es predominantemente «celeste», como el electorado más pobre. Pregunta uno: ¿influyó la Iglesia, conmovida por la muerte cercana del papa Francisco? «- La Iglesia esta vez no jugó», le dice uno de los responsables de la campaña macrista que no es español.
Los curas villeros tampoco jugaron todos en este partido. Fueron neutrales el Padre Tonga (Gastón Colombres, Barrio 15, ex Ciudad Oculta), el Padre Andrés (Villa Fátima y Piletones), Padre Martín (Villa 1-11-14). Pudieron inclinarse en favor de Santoro el Padre Toto (Barrio Zabaleta Villa 21/24), el Padre Nacho (Barrio 31), el Padre Damián (Soldati) y el Padre Facundo (Barrio 20).
Sobre la firma
Ignacio Zuleta
Periodista y consultor político
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