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Marrón y cuenta nueva. O cuento, en realidad, porque lo que logró Platense en Santiago del Estero fue épico: ganó su primer título. Cortó la sequía. Hizo felices a Vicente López, a Saavedra, a todos los futboleros que reivindican el éxito de los cuadros que no tienen la opulencia de los gigantes pero que compensan sus dificultades con espíritu.
Ganó, Platense. Lo hizo en los 90 minutos gracias a un golazo de Guido Mainero. Un zácate de zurda que ni mil arqueros hubieran podido desviar no tanto por su potencia sino por su precisión.
Fue 1-0. Y una fiesta tremenda: gorros, banderas, hinchas, pogos en la tribuna, lágrimas de la dupla integrada por Favio Orsi y Sergio Gómez. Histórico. Épico.
Pero Platense también ganó por penales. ¿Cómo? No se trata de ningún error: además de los jugadores, que les demostraron a los hinchas que salieron a ganar y que querían salir campeones, los propios fanáticos también tuvieron su oportunidad de celebrar en el Madre de Ciudades. Todo en el marco de Argentina Patea.
La final tuvo penales.
En el entretiempo de la final del torneo Apertura hubo acción: socios de Platense y de Huracán disputaron su propio mano a mano. Con las dos hinchadas. Con los gritos de gol que hasta ese descanso se habían hecho esperar. Con las piernas pesadas por los nervios. Y el ganador también fue el Marrón, que se impuso en la tanda: su equipo, la Taborneta, fue más efectivo y logró avanzar a la siguiente ronda de la Copa de Penales de la Liga Profesional.
Un torneo que, como el Apertura que se acaba de terminar, también caló hondo en la gente. Porque les permite a los fanáticos cumplir su sueño: entrar a la cancha y disfrutar de una experiencia inigualable, con la camiseta de sus amores, con la tribuna repleta arengando.
Siendo protagonistas, como los propios futbolistas, de un partido de Primera. Único. Irrepetible, como el título que se celebrará por años desde Zufriategui y Maipú hasta Manuela Pedraza y Crámer.
Y es que Argentina Patea, el primer circuito oficial de penales de la historia, hace posible eso: que ahora los socios e hinchas, sin restricciones, puedan ser también los que escriban su propia leyenda.
En el caso de Platense podrá repetir vuelta olímpica a fin de año, cuando en el predio Lionel Andrés Messi de Ezeiza uno de sus equipos juegue mano a mano con el resto de los representantes de la Liga Profesional para quedarse con la Copa de Penales.
Una estatuilla que, con el mismo ritual que Nacho Vázquez siguió para alzar la orejona argentina en Santiago, ya fue levantada por Arsenal en 2022, en la edición bautismo, y después por Atlético Tucumán (2023) y Newell’s (2024). ¿Quién será el próximo? Platense quiere anotarse la suya. Hasta el Polaco Goyeneche, desde el cielo, anda pidiendo que siga la fiesta.
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