“¿Sabés qué tenían para comer? ¡Tres empanadas!”. No es por casualidad que esta sea una de las frases más emblemática de Argentina. Se justifica porque el humor de acá es uno de los más elaborados de América. Venir a hacer humor se parece un poco a ir a bailar a casa del trompo, o sea, ir a bailar a Cuba o a Brasil, lugares de bailadores por antonomasia.
Y es que el humor argentino tiene muchas capas, algunas ligeras y sutiles, otras procaces y desvergonzadas como ese conocido sketch de una pareja que luego de atiborrarse en un restaurante se mira con ojos conspicuos y él pregunta “¿postre o …?” y ella responde con ese entusiasmo que se supone reservado para cosas más pasionales “¡postre!”.
Un gran humorista es Casero con su Batman criollo, conocedor inveterado de las flaquezas de policías y funcionarios que provoca hilaridad instantánea. Ese sketch donde los Batmanes del Mercosur se juntan en una reunión sindical interrumpida por un Superman yanqui y terminan gritando “¡Viva Perón!” es un punto bien alto del humor latinoamericano.
Otro grandísimo momento es ese de Capusotto haciendo de policía probando cocaína y negando sus efectos hasta quedar completamente drogado. Ni Buster Keaton lo hubiera hecho mejor. Me atrevo a decir que si no te ríes con estos ejemplos a tu sentido del humor se lo llevó la cigüeña.
Ahora abundan los memes, ese tipo de humor que no está hecho para partirte de risa sino para que sonrías. Abres tu celular y los memes te cargan en sus brazos, te mecen, hasta el punto de que si no te apuras te pasas el día mirando memes, olvidado de vivir. Las cosas más serias acá llevan implícitas un meme, porque la risa tiene esa cualidad salvífica, que nos redime de tantas cosas tristes o angustiosas. Quizás esa predisposición hacia el humor es una de las cualidades que nos unen a cubanos y argentinos. Tal vez por eso a los cubanos nos es tan fácil acostumbrarnos a los modos de acá, porque también logramos que muchas cosas por duras que sean nos resbalen.
En eso nos parecemos, somos los dos pueblos más resbalosos de Latinoamérica, es como si la vida se nos fuera en patines. Aumenta la inflación, hacemos un meme para olvidar. Un político no era lo que esperábamos, ya se nos ocurrirá algún meme que lo retrate. Así andamos. De cierta forma el humor se ha terminado infiltrando en la política argentina, y a veces pasan cosas que parecen más propias de un sketch que del mundo real. He visto políticos que provocan carcajadas apenas abren la boca, pero esa cualidad de hacer reír de un político no es precisamente apreciada. En fin, amargura y humor se mezclan por estas tierras porque la alegría no es solo brasilera.
Sobre la firma
Marcial Gala
Marcial Gala, escritor, su último sueño consistió en que era un senador que apoyaba a Zelensky. En Cuba ha sido Premio Alejo Carpentier, Nacional de la Crítica y de Cienfuegos en cuento y en poesía. En Argentina premio, Ñ Ciudad de Buenos Aires y en Estados Unidos estuvo entre los finalistas del Pen Club América. Aquí publicó cinco novelas: “Sentada en su verde limón”, traducida al italiano, “Rocanrol”, “La catedral de los negros”, al inglés, francés, alemán y árabe, “Llámenme Casandra”, al inglés, francés, italiano, portugués y polaco y, la última, “La máquina de ser feliz”.
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