Malén y su abuela Rita viajan a la ciudad de Buenos Aires, en tren, para festejar el Año Nuevo en la casa de María Luisa, una amiga de Rita. Amantes de la naturaleza, no desaprovechan ningún momento para conocer más sobre pájaros, animales, insectos, flores, hongos y árboles del ecosistema porteño en la Reserva Ecológica Costanera Sur, los lagos de Palermo y el Jardín Botánico Carlos Thays. En Buenos Aires con mi abuela Rita. La naturaleza nos sorprende en la ciudad (Generación Semilla, $ 18.000), de la bióloga, profesora y narradora María Laura Perasso (Ciudad de Córdoba, 1982), y con ilustraciones de Luciana Frencia y Paloma Ferrando, es una “ecoaventura” didáctica y sensible para lectores de todas las edades.
Un libro que brilla en la oscuridad y un monstruo contra el bullying
Egresada de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) como profesora en Ciencias Biológicas, bióloga y magíster en Manejo de Vida Silvestre, Perasso da clases en Instituto Superior de Estudios Pedagógicos y en escuelas secundarias; hasta 2018 se desempeñó como investigadora independiente y guía de campo en el Jardín Botánico Gaspar Xuárez de la Universidad Católica de Córdoba.
En su primer libro, de 2023, En el patio con mi abuela Rita. Descubriendo juntas la biodiversidad, en coautoría con Cecilia Giovanola y Julieta Badini e ilustraciones de Frencia, Malén pasa las vacaciones de verano con Rita en las sierras de Córdoba. “Allí se fascina con las interacciones ecológicas que encuentra en su enorme patio y va describiendo sus experiencias y aprendizajes en su diario personal -dice Perasso-. Isol Misenta, autora de Petit, me dijo que tenía un lindo clima y que le encantaba la relación entre la abuela y la nieta. Lo consideró un libro didáctico con algo poético. Un verdadero mimo al alma que me alentó a seguir escribiendo”.
Ese mismo año, comenzó a escribir En Buenos Aires con mi abuela Rita donde la abuela naturalista y su nieta “conocen y reconocen la biodiversidad e interacciones ecológicas en espacios verdes de la ciudad”, observa. Gallaretas, teros, picaflores, tacuaritas, chiflones y cisnes conviven con mariposas espejitos y perezosas, plantas nativas, lagartos, camalotes, talas, libélulas y coronillos.
“Malén refleja lo que las tres autoras del primer libro, Julieta, Cecilia y yo, fuimos en nuestra infancia, niñas curiosas, exploradoras, que andábamos buscando bichitos y plantas por todos lados -revela-. Rita fue pensada por las tres coautoras, pero en mi caso me inspiraron mis abuelas Elvira y Blanca, por su huella imborrable en mi vida desde las vivencias compartidas en sus patios, permitiéndome explorar y maravillarme por las plantas que allí crecían. Pero también, desde el lugar de abuelas que abrían su patio al encuentro familiar. Era un momento mágico estar tomando mate en esos patios. La abuela cocinando, arreglando las plantas, preparando la mesa para la Navidad, conversando con mis tíos o conmigo, que ‘sin querer queriendo’ fui registrando en mi corazón esos momentos compartidos de amor puro y genuino”.
Cuando visitó por primera vez la ciudad de Buenos Aires, la fascinó (como le pasa a Malén). “Me da la sensación de que nunca se la llega a recorrer completamente. Me impresionó la combinación de arte y naturaleza: esculturas clásicas junto con las plantas del Jardín Botánico”, dice la autora cordobesa.
Los ejes del libro, dice la autora, son “la valoración de la biodiversidad local y la consolidación del vínculo sano con nuestros adultos mayores a través de sus saberes, integrándolos a una experiencia estético-afectiva compartida con una personita tan importante como puede ser un nieto o una nieta; qué mejor que vivir esas experiencias tan fuertes que se viven en la infancia de la mano de un adulto responsable, amoroso, que te enseña”.
Nieta y abuela no temen a la naturaleza. “Algunas personas les tienen miedo a las comadrejas, pero creo que debe ser porque no las conocen -escribe Malén en su diario ilustrado-. Yo no les tengo miedo: me gustan los animales y quiero aprender a convivir con ellos”.
“Me gusta el enfoque de Ingrid Fernanda Toro y Omar Felipe Giraldo en su libro Afectividad ambiental. Sensibilidad, empatía, estéticas del habitar -señala-. Ellos hablan de una ‘revolución ético-política y estético-poética que reincorpore la potencia del cuerpo, y que ponga en primer plano la sensibilidad, los sentimientos, las emociones, la estética y la empatía’, teniendo en cuenta nuestra participación en el mundo”. Esa perspectiva se opone a una “visión catastrófica y atomizada de lo ambiental, que a veces sin querer adoptan docentes y familias, y que genera ecofobia, concepto que propone David Sobel, como el miedo hacia el mundo natural y la vida al aire libre: mis libros son una propuesta para contrarrestar la ecofobia”.
En la ecoaventura porteña de Malén no hay pantallas de ninguna especie. “Algo de autobiográfico tiene; me crié en los 80 y 90 y el acceso a pantallas era súper limitado, sin esa cantidad de información y de estímulos constantes a la que están expuestos tantos niños desde tempranas edades -dice-. Fue una decisión que tomé pensando en que vivimos en una hiperconexión abrumadora en todas las generaciones pero más preocupante en infantes: las pantallas invaden gran parte de su experiencia vital. ¿Es necesario que las pantallas sean omnipresentes, hasta en la literatura? ¿O está bueno ‘suspender’ su existencia en un libro que propicia la observación de las interacciones ecológicas y la vinculación amorosa, cara a cara, con nuestros afectos?”. En este punto, la inspiró la lectura de La generación ansiosa, de Jonathan Haidt, y Los últimos niños en el bosque, de Richard Louv.
La ilustradora Luciana Frencia, profesora de artes plásticas egresada de la UNC, trabajó con imágenes obtenidas de plataformas para identificar especies, como Inaturalist. “No se limitaba a dibujar solo lo que le pedíamos; le daba un toque mágico a cada idea que le proponíamos y puso mucha imaginación de su parte”, dice. La ilustradora Paloma Ferrando emuló el trazo de Malén en su diario y la profesora de Letras, abuela e integrante del grupo de narración oral Vivir Cuenta Nora del Valle Suter estuvo a cargo de la corrección literaria.
Consultada sobre el negacionismo climático, hace suyas las palabras de una referente. “La negación del cambio climático es por desinformación o por mala intención -sostiene-. Y está vinculada a una agenda ideológica que responde a intereses claros. Es la mirada que brinda la bióloga Sandra Díaz, referente mundial en biodiversidad y ecología, que además fue mi profesora en la UNC. Estos intereses tienen que ver con el extractivismo, y en nuestro país existe un régimen de incentivos que busca potenciar esas prácticas. No creo que la naturaleza deba servir al humano y a su bienestar, sino que somos parte de un tejido o trama de la vida en el que cooperamos con otros organismos y su conservación, compartiendo con ellos este planeta vivo”.
“Logramos combinar el trabajo científico y la literatura para aportar a la construcción de saberes en biodiversidad, con un lenguaje sencillo pero sin perder rigor científico -resume la autora y docente-. Hay un recurso muy lindo que me enseñó mi profe de la UNC Ana Lía de Longhi, la ‘transposición didáctica’, propuesta por Chevallard: una serie de pasos por los cuales un objeto de saber es transformado en objeto de enseñanza. En este caso, el ‘saber experto’ de los científicos del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal/Conicet, así como del Jardín Botánico y de la Reserva Ecológica, se convierte en un cuerpo de conocimientos en un libro de comunicación científica”.
En Buenos Aires con la abuela Rita se consigue en librerías. La autora, además, envía ejemplares a domicilio a localidades de la Argentina y de otros países, con dedicatorias para los chicos lectores y calcomanías para decorar la botellita térmica o los cuadernos escolares. Se la puede contactar por Instagram a @marialau.perasso, por Facebook a María Laura Perasso o por mail a [email protected].