La gran perdedora de la campaña fue la soja. A principios de junio se había cosechado el 83% del total sembrado, versus 91% del año pasado. A la mayoría de los cultivos de primera el agua les llegó tarde. Pero hay otro factor que los investigadores empiezan a detectar: las inundaciones sufridas en los últimos meses dejaron muy alto el sodio en los suelos, un elemento que la soja detesta.
Así fue que en muchos campos se cosecharon 40 quintales por hectárea de soja en la loma y 10 quintales qq/ha en el bajo, a pesar de que los cultivos mostraban similar desarrollo.
Tractores chinos
Experiencias del INTA indican que ese comportamiento sería compatible con un exceso de sodio en los suelos. La decisión para esos lotes sería la rotación con sorgo, girasol o cebada.
Entre los ingenieros agrónomos también hay preocupación con la calidad del agua de la napa. Se están detectando sales perniciosas como sulfatos, cloruros y carbonatos, aunque con gran dispersión espacial, porque esa situación se puede detectar en un campo y a 20km se da una condición normal. Son problemas nuevos que están apareciendo en la agricultura argentina.
Mientras asoman estos cisnes negros, surgen nuevos actores en el escenario agrícola. Por ejemplo, la irrupción de los tractores chinos, que buscan ocupar un lugar en nuestro país a partir de tecnología moderna y precio accesible. Días pasados, un productor compró un Chery de 110CV, doble tracción, dos salidas para hidráulico y enganche de tres puntos y pagó 50.000 dólares.
Es uno de los precios más bajos de la paleta de modelos equivalentes que existe en el mercado argentino. Igual que con los automóviles, sale a escena la oferta metalúrgica del gigante asiático, que seguramente va a jugar un papel en el espectáculo agrícola nacional.