Cerca de las 17 horas de este viernes, la fila para realizar los trámites migratorios de ingreso a la Argentina en el Centro de Frontera de Puerto Iguazú -que conecta la ciudad con Foz de Iguazú, Brasil- se extendía hasta el predio de la aduana brasileña y permanecía prácticamente detenida. El intenso tránsito vecinal fronterizo y la llegada masiva de turistas colapsaron, una vez más, el cruce. Varias personas afirmaron haber esperado más de tres horas para poder atravesar el paso.

El problema se repite cada fin de semana largo y tiene su raíz en la falta de infraestructura adecuada: el centro de frontera fue construido en 1983, cuando el flujo de tránsito era mínimo. Con el paso de los años, el incremento poblacional y el auge del turismo -potenciado desde la nominación de las Cataratas como una de las Nuevas Siete Maravillas Naturales del Mundo- volvieron insuficiente a la estructura actual.

Lejos de reforzar los recursos humanos en estas fechas clave, desde la Dirección Nacional de Migraciones no se dispusieron refuerzos de personal. La falta de agentes no hace más que agravar las demoras, provocando malestar tanto en visitantes como en residentes.

«Trabajo del otro lado y todos los días hay filas, pero los fines de semana largo es imposible pasar. Sinceramente, ya no sabemos cómo quejarnos ni qué decir para que esto mejore», reclamó Mariela, habitual usuaria del cruce.

«Salir es una odisea, pero entrar es peor. Todos los fines de semana largo es lo mismo. Y ni hablar del peligro que representa: muchos vehículos entran en contramano para adelantarse en la fila y poder cumplir con sus horarios», remarcó Susana, vecina de Iguazú.

Hace poco más de diez días, representantes del Ministerio del Interior recorrieron el Centro de Frontera y tomaron contacto con la problemática. Sin embargo, aún no se sabe si se implementará algún sistema que agilice los trámites y reduzca el tiempo de espera para cruzar la frontera.