Oliver Tarvet no quiere despertar del sueño que vive en Wimbledon. Sin haber jugado siquiera un Challenger y haciendo ‘carrera’ en el tenis universitario de los Estados Unidos, el británico de 21 años consiguió este lunes un triunfo sólido en su debut en el cuadro principal del césped londinense con un triple 6-4 sobre el suizo Leandro Riedi, que también había llegado desde la clasificación. Y el camino que empezó en el Community Sport Centre de Roehampton a principios de la semana pasada tendrá una página más que especial: podría chocar con el campeón Carlos Alcaraz en la próxima instancia, si es que el español termina de vencer al italiano Fabio Fognini.
La falta de experiencia no le pesó al 719° del ranking mundial ATP. En la qualy le ganó al francés Terence Atmane (126°) y al canadiense Alexis Galarneau (210°) en las primeras rondas y el jueves pasado superó por 6-3, 3-6, 6-2 y 6-1 al belga Alexander Blockx (144°) en el primer partido a cinco sets de su carrera, para asegurar su presencia en el All England Club.
«Estoy muy contento. Es mi primer evento a nivel de gira y es un sueño hecho realidad para mí jugar en Wimbledon. Es realmente especial y estoy muy agradecido con todos, con el público y con la Universidad de San Diego», aseguró luego del triunfo en la cancha 4 del complejo londinense.
«Estoy aquí para dejar mi huella», pronosticó el nacido en St. Albans, que ingresó en la clasificación para Wimbledon gracias a una wild card (invitación especial).
La historia de Oliver Tarvet
Tarvet hizo desde el inicio su propio camino. Como junior, disputó apenas 17 torneos, con solo un título (en el J5 de Nairobi) y una final, y llegó hasta el 189° puesto del ranking de esa categoría. Y su única participación en un major en esa etapa juvenil fue, justamente, en Wimbledon en 2021, con una derrota en primera ronda.
Al año siguiente debía comenzar su carrera profesional, pero prefirió incursionar en el circuito universitario de Estados Unidos y se matriculó en la Universidad de San Diego para competir en los torneos de la National Collegiate Athletic Association (NCAA). Y ahí empezó a brillar.
Terminó su primer año (2022/23) con un récord de 18 victorias y ocho derrotas. En el segundo, se metió entre los diez mejores jugadores a nivel universitario. Y en el tercero, que cerró el mes pasado, ganó el All American Championship en singles y dobles, además de ser elegido como el mejor jugador de la conferencia de la Costa Oeste y recibir otros varios premios regionales junto a sus compañeros.
Mientras se destacaba con la universidad, disputó además certámenes en el ITF Tour, en el que lleva ganados cinco títulos, tres en Monastir (Túnez) y dos en San Diego, en las últimas tres temporadas. Así cosechó algunos puntos para escribir su nombre en el ranking ATP, en el que alcanzó su mejor ubicación, el 624° escalón, en septiembre.
Esas grandes actuaciones llamaron la atención de la Asociación de Tenis de Gran Bretaña (LTA), que le otorgó una wild card para la qualy de su Grand Slam. Tarvet la aceptó, demostró que la invitación fue bien merecida y ahora se dará el gusto de jugar en la Catedral del tenis mundial el torneo que marcará su debut absoluto en el circuito más importante.
Llegar al main draw le aseguró al británico un premio de 66 mil libras esterlinas, casi 91 mil dólares, más de seis veces de lo que embolsó por premios en toda su carrera (15.047 dólares). Aunque Oliver podrá cobrar solo una pequeña parte de ese premio.
Tarvet, campeón en marzo del All American Championship de la NCAA con la Universidad de San Diego. Foto @ollie_tarvet7
Es que como todavía le queda un año de estudio en San Diego. Y según establece el reglamento de la NCAA, mientras un jugador compita en la liga con la camiseta de alguna institución educativa, continúa siendo amateur. Así, quienes incursionen en los circuitos ATP, WTA o ITF durante su etapa universitaria, solo podrán recibir como premio de su participación en un torneo un monto que no podrá exceder el valor de los gastos reales y necesarios para cubrir su participación en el evento. El resto, generalmente, es donado a su Universidad, que igual, en muchísimos casos, se encarga de becar o de pagar casi todos los gastos de sus jugadores.
«Puedo reclamar hasta 10.000 dólares, así que puede que lleve a mi entrenador en un jet privado a casa», bromeó Tarvet.
«Es un poco incómodo porque tengo muchos gastos, pero al mismo tiempo, tengo muchas ganas de volver a la Universidad de San Diego para completar mi cuarto año. Lo que han hecho por mí es increíble y estoy muy agradecido. Quiero pasar allí mi cuarto año y dejar realmente mi huella en la historia de Estados Unidos», agregó, confirmando que planea completar su carrera y jugar una temporada más en la NCAA.