Hay legados que no se heredan por apellido ni se firman en papeles: se transmiten en forma de susurro, como un rumor persistente que acompaña cada decisión. Davide, hijo de Carlo Ancelotti, creció entre esos ecos. Cuando nació, el 22 de julio de 1989, su padre ya había jugado con la selección italiana el Mundial de México 86 y formaba parte de uno de los mejores equipos de la historia: el Milan de Arrigo Sacchi. Sí, Carlo Ancelotti era una de las piezas clave en el mediocampo de ese conjunto que tenía a Marco Van Basten, Ruud Gullit, Frank Rijkaard, Franco Baresi y Paolo Maldini. De hecho, pocos días antes del nacimiento de Davide, ese Milan ganó la Copa de Campeones (hoy Champions League), con un tremendo 4-0 al Steaua Bucarest.
Davide Ancelotti con la bandera de Botafogo en el aeropuerto.
A esa casa llena de fútbol llegó Davide. Siendo un chico de 14 años observaba cómo su padre, ya entrenador, manejaba los egos de un vestuario del Milan con figuras como Shevchenko, Kaká, Seedorf, Rui Costa, Paolo Maldini. “Siempre fui muy tímido y no me metía mucho. Pero siempre estaba presente -contó en una nota con Marca-. Me gustaba estar ahí y ver a mi padre en su ambiente de trabajo. Me crie dentro de los vestuarios”.
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Davide intentó hacerse un lugar como futbolista (era volante) en el mismo Milan en el que su padre era genio y figura, pero “me di cuenta de que pensaba cosas que mis piernas y mis pies no podían ejecutar”. Así, sin lugar en el Milan y, tras un paso entre 2007 y 2009 por el Borgomanero (club actualmente en la D), optó por colgar los botines. Tenía 20 años. “Ahí decidí de verdad meterme en la profesión de entrenador. Y empecé a estudiar”.
Acompañó a su padre en los bancos del Real Madrid, Bayern, Everton, Napoli y selección brasileña.
Políglota -habla italiano, francés, español, alemán e inglés-, se graduó en Ciencias del Deporte a los 22 años y obtuvo la Licencia UEFA A en 2016. Más recientemente, en 2023, completó la Licencia UEFA Pro en Gales, requisito indispensable para comandar cualquier equipo de elite.
Carlo Ancelotti celebra, junto a su hijo Davide la victoria ante el Manchester City, por la semi de Champions.
Fue en 2012, con 23 años, cuando empezó como preparador físico en las Inferiores del PSG, club en que su padre dirigía en la Primera a nombres como David Beckham, Zlatan Ibrahimovic, el Pocho Lavezzi y Javier Pastore. Desde allí, acumuló experiencia en todos los equipos europeos en los que estuvo Carletto: en 2013, en la primera etapa de Ancelotti como entrenador del Real Madrid, empezó como asistente del preparador físico y ya en 2016 cuando su padre se marchó al Bayern Múnich, Davide entró a formar parte del cuerpo técnico.
Carlo y Davide Ancelotti en su estadía en el Napoli. @Mrancelotti
Políglota -habla italiano, francés, español, alemán e inglés-, se graduó en Ciencias del Deporte a los 22 años.
“He estado 100% en desacuerdo con él muchas más veces de las que hemos coincidido”, admitió en la entrevista con Marca. “Creo que eso es lo que se espera de mí como asistente y también lo que él necesita. Él es un DT con muchas certezas, que necesita un entorno desafiante. Y yo, al revés, tengo muchas más dudas y necesito un entorno que me aconseje más”.
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Carlo Ancelotti, 66 años, un promedio de 14 chicles por partido, la ceja izquierda levantada como si tuviera vida propia, gran cocinero (su especialidad son las pastas a la carbonara), es hoy el técnico de Brasil y es, por sobre todas las cosas, uno de los entrenadores más ganadores de la historia: el único en ser campeón en las cinco grandes ligas europeas (España, Italia, Alemania, Inglaterra y Francia), el que más títulos internacionales conquistó (15) y el más ganador en la historia del Madrid (15).
En 2013, cuando asumió por primera vez en el Merengue, Ancelotti también sumó al cuerpo técnico a su yerno, Mino Fulco, como nutricionista. Fulco es pareja de Katia, la hija periodista de 41 años de Carletto.
“He estado 100% en desacuerdo con él muchas más veces de las que hemos coincidido”.
Ancelotti tuvo a Davide y a Katia con Luisa Gibellini, a quien conoció en 1983, cuando jugaba en la Roma. La esposa de Carletto era aficionada al fútbol (atajó en equipos menores de Italia) y se divorció del entrenador en 2008, mientras él dirigía al Milan. Luisa falleció a los 63 años, en mayo del 2021. En ese mismo 2021, Ancelotti inició su segunda etapa en el Real Madrid, ya con su hijo Davide como ayudante principal. Juntos ganaron todo. Durante esa última estadía de cuatro años en el Bernabéu, Davide fue considerado por la prensa española como el “arma secreta” de su padre, quien además de ayudante principal lo utilizó como traductor.
Carlo Ancelotti y Davide en el cuerpo técnico de la selección de Brasil. Estuvo solo en la última doble fecha de Eliminatorias..
Ahora, a los 35 años, Davide se enfrenta al desafío más grande -y también más riesgoso- de su carrera: Botafogo, club brasileño que respira historia y urgencias, será su primera prueba como entrenador principal. Firmó contrato hasta finales de 2026 y desembarca en Río decidido a demostrar que su apellido, además de una carga, puede ser un trampolín. El Botafogo está octavo en el Brasileirao, a seis puntos del líder Flamengo, y sigue vivo en tres frentes: la Copa de Brasil (jugará ante Bragantino), los octavos de la Libertadores (frente a Liga de Quito) y el campeonato local, que reanudará el 12 de julio con nada menos que un clásico ante Vasco. La presión será inmediata. El club necesita resultados y un liderazgo que inspire confianza en un vestuario convulsionado tras la sorpresiva salida de Renato Paiva, entrenador con el que el Botafogo venció nada menos que al PSG en el Mundial de Clubes, pero que fue echado luego de caer, en octavos, ante Palmeiras.
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¿Cómo jugará su equipo? “Mi padre me ha enseñado a ser flexible, a saber adaptarme, a tener distintas ideas y maneras de ganar. Es importante que un equipo sepa manejar las diferentes fases del juego. Dicho esto, cada uno tiene sus preferencias, y yo tengo predilección por un fútbol un poco más vertical, más atrevido. Pero, si tuviera que resumir mi idea de fútbol, diría que lo importante es saber hacer muchas cosas a un nivel muy alto. El equipo más en forma ahora es el PSG, y sabe hacer muchas cosas: mantener el balón, ser vertical, presionar alto, defender dentro del área…”.
En Río de Janeiro muchos se preguntan si este joven que carga con un apellido tan pesado podrá escribir su propia historia. Quizá la respuesta esté en su capacidad de disentir respetuosamente con su padre o en esa frase que resume su viaje: “Siempre he necesitado un entorno que me diera certezas. Ahora quiero demostrar que puedo ser yo quien las transmita”.