En los últimos dos meses, el consumo comenzó a mostrar señales claras de desaceleración. En junio, las ventas minoristas cayeron un 6,7% mensual a precios constantes, según datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), marcando la segunda baja consecutiva. Ante este freno, el sector privado redobló esfuerzos para sostener la demanda a través de cuotas sin interés y promociones puntuales.
Otro dato que refuerza esta tendencia de retracción del consumo que se dio a conocer en los últimos días, proviene de un informe de First Capital Group, que reveló una baja del 0,9% mensual en las operaciones con tarjeta de crédito durante el mismo período, también con dos meses consecutivos de caída. El segmento tarjetas empezó a mostrar límites en su capacidad de tracción.
Sin embargo, el creciente endeudamiento de las familias empieza a imponer un límite a esa estrategia. En este escenario, la gran incógnita es: ¿cómo evolucionará el consumo en el segundo semestre?
Un relevamiento reciente de Focus Market, que abarcó los meses de mayo y junio, advirtió que los aumentos en servicios públicos y privados -como educación, salud y comunicaciones- continúan presionando el ingreso disponible de los hogares. Ese ingreso, que define la capacidad de compra, es el que finalmente se traduce en consumo de bienes. En este contexto, la desaceleración de la inflación será un factor clave para la recuperación del poder adquisitivo, condición necesaria para que el consumo vuelva a ganar dinamismo en lo que resta del año.
El uso del crédito, clave para el consumo
Tras la finalización del programa Cuota Simple el pasado 30 de junio, surgieron nuevas iniciativas desde el sector privado. Una de ellas es “Cuotas MiPyME”, impulsada por Payway, que permite a los comercios ofrecer hasta 6 cuotas fijas con tasas similares al plan oficial y sin restricciones por entidad bancaria. La continuidad de planes de financiamiento accesibles se vuelve una herramienta clave para los comerciantes.
Sobre este escenario, Sebastián Menescaldi, director de la consultora EcoGo, señaló: «Creo que después de un primer trimestre donde los ingresos no crecieron fuerte, en el segundo trimestre hubo una mejora probablemente de los ingresos reales de las familias, por la baja de la inflación y eso va a ayudar a sostener el nivel. Lo que se está viendo es que a partir de ahora el crédito va a caer. Sobre todo el crédito no bancario, por el aumento de la morosidad. Por ese motivo, no digo que se vaya a caer el consumo, pero no creo que vaya a crecer mucho más en lo que resta del año».
Además, Menescaldi señaló que el reacomodamiento de tasas podría beneficiar a un segmento de la población que, con mejores condiciones de financiamiento, aprovecha para acceder a bienes durables como viviendas, autos y electrodomésticos. También advirtió que la incertidumbre política y financiera prevista para el segundo semestre podría incidir de forma decisiva en la evolución del consumo.
Pese a este panorama, y con una mirada más macro de la actividad económica, Ramiro Castiñeira, economista de la consultora Econométrica, afirmó que el consumo agregado -es decir, el gasto total de los hogares en bienes y servicios- se encuentra en nuevos máximos, impulsado por la desaceleración inflacionaria y el retorno del crédito.
“Las proyecciones privadas apuntan a que la economía seguirá creciendo hacia 2026, impulsada principalmente por el consumo, que es el mayor componente del PBI”, señaló.
De momento, se observa que la expansión del crédito continúa en línea con la mejora en la actividad económica. No obstante, este proceso también implica una contracara: el endeudamiento de los hogares. Según estimaciones de EcoGo, el nivel de endeudamiento de las familias equivale a poco más de un mes de ingresos, con un incremento del peso relativo de la deuda especialmente en el sector informal, lo que plantea la necesidad de seguir la evolución de esta variable.
(ambito.com)