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El mundo del fútbol está entre temporadas, con libros de pases abiertos, y es inevitable especular, a un año del Mundial 2026, en qué estado de competitividad van a llegar los jugadores de la Scaloneta. Se mueven el mercado y el futuro individual de cada jugador.
Dibu Martínez suena como el hombre a partir del cual el legendario Manchester United quiere volver a ocupar el lugar que le marca su historia; nos entusiasmamos pensando en que la conexión Thiago Almada-Araña Álvarez ensaye en el Atlético Madrid encuentros que soñamos con disfrutar en la Selección.
Algunos eligen continuidad en la liga argentina, un torneo de tremenda intensidad, fricción y presión, aunque mucho menor dinámica que el fútbol del que provienen. Caso testigo es Leandro Paredes, como lo fue Montiel en el anterior.
Por estos días, está a punto de resolverse la salida de Rodrigo De Paul, del Aleti al Inter Miami de Leo Messi. Una noticia que nos genera la simpatía de que la gran extraña pareja de la Scaloneta pasará a ser una serie con capítulos todos los días.
De Paul, gran amigo y socio de la Pulga, compartirá el día a día con el GOAT, quien nos tiene pendientes de si dará el sí para su Last Dance en la Copa del Mundo, mientras se testea a sí mismo pensando en su rol y en su autoexigencia para dar la talla.
La felicidad de un futbolista es un bonus para que juegue mejor; las elecciones que hace no contemplan solo al tipo que vemos durante 90 minutos: está su confort, el de su familia, su apego a sus amigos, su aspiración a disfrutar de la vida.
Sí hay un correlato deportivo en el estado de forma y competición con que llegue al momento del torneo, cuando lleve un año de haber dejado LaLiga por la MLS. Pero De Paul, acaso como nadie, sabe bien que con Scaloni, a la hora de los bifes juega el que esté mejor, y no alcanza con haber sido un prócer de Qatar.
Son grandes compinches en la Scaloneta (foto Marcelo Carroll).
El equipo de Leo perdió esta noche 3-0 en Cincinnati (foto Andy Lyons / Getty Images vía AFP).
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