El amor ha sido inspiración de canciones, libros y películas, pero también es objeto de estudio de la ciencia.
Investigaciones de universidades como Harvard sostienen que enamorarse no es solo una experiencia emocional, sino también un fenómeno biológico con múltiples implicancias.
En todo el mundo, millones de personas aseguran haber sentido que su vida cambió por completo al enamorarse. Encuestas recientes muestran que el 70 % afirma pensar y actuar de manera distinta cuando el amor aparece, lo que refleja su impacto profundo tanto en la mente como en el día a día.
Aunque se lo suele asociar con lo romántico, el amor va mucho más allá y despierta reacciones complejas que influyen en nuestros vínculos, decisiones y bienestar general. ¿Qué pasa entonces en nuestro cuerpo y en nuestra mente cuando llega el amor? La ciencia tiene mucho para contar.
Qué pasa en tu cuerpo y mente cuando llega el amor
Según National Geographic, cuando aparece el amor no solo cambia nuestra forma de ver a la otra persona: también se activa un proceso interno que transforma cuerpo y mente. Este fenómeno atraviesa distintas etapas que, lejos de ser solo emocionales, tienen efectos reales sobre nuestra salud física, emocional y social.
A grandes rasgos, se pueden identificar tres momentos clave: la reacción hormonal inicial, la consolidación del vínculo afectivo y el impacto en la percepción emocional y social. Veamos uno por uno.
1. Respuesta hormonal al enamoramiento. En la primera fase, el cuerpo entra en una especie de “estado de alerta emocional”. Se dispara el cortisol, la hormona del estrés, lo que puede provocar ansiedad, nerviosismo y pensamientos obsesivos. Al mismo tiempo, bajan los niveles de serotonina, clave para el equilibrio emocional, y eso explica por qué muchas personas sienten que no pueden dejar de pensar en su nuevo interés amoroso.
Con el amor, se libera una gran cantidad de dopamina, asociada al placer y la recompensa, que genera euforia, entusiasmo y una especie de “adicción” al otro. Foto ilustración: Shutterstock.
Pero también se libera una gran cantidad de dopamina, asociada al placer y la recompensa, que genera euforia, entusiasmo y una especie de “adicción” al otro. Esta etapa puede alterar el apetito, el sueño e incluso la concentración. De hecho, investigaciones de la Universidad de Pisa mostraron que los niveles de serotonina en personas enamoradas son similares a los de quienes padecen trastornos obsesivo-compulsivos.
2. Consolidación del vínculo afectivo. Con el paso del tiempo, el torbellino emocional se estabiliza y da lugar a una conexión más profunda y tranquila. La oxitocina, conocida como la hormona del amor, comienza a predominar. Se libera especialmente durante el contacto físico, los abrazos, las caricias y las relaciones sexuales, y está relacionada con la confianza, el apego y la sensación de bienestar duradero.
Con el paso del tiempo, el torbellino emocional se estabiliza y da lugar a una conexión más profunda y tranquila. Foto: Pexels.
Además, su efecto en el cuerpo es positivo: mejora el sistema inmune, reduce la presión arterial y contribuye a un estado general de calma. Un estudio publicado en Psychoneuroendocrinology encontró que las parejas que mantienen altos niveles de oxitocina tienden a resolver mejor los conflictos y presentan mayor estabilidad emocional.
3. Transformación en la percepción emocional y social. En esta etapa, el amor no solo influye en lo que sentimos, sino también en cómo interpretamos el mundo. Se desactivan zonas del cerebro ligadas al juicio crítico, el miedo y la evaluación social. Esto nos vuelve más comprensivos, tolerantes y dispuestos a idealizar al otro. Por eso, se dice que “el amor es ciego”: vemos lo mejor de la otra persona y minimizamos sus defectos.
Esta transformación también favorece la empatía, la entrega y la construcción de vínculos más sólidos. Estudios con resonancia magnética funcional (fMRI) demuestran que el cerebro de una persona enamorada responde de forma más positiva ante imágenes del ser querido que frente a cualquier otra figura significativa.
Desde la explosión química inicial hasta la conexión emocional, enamorarse moviliza nuestro sistema nervioso. Foto ilustración: Shutterstock.
Así, se puede afirmar que el amor es mucho más que una emoción pasajera: es un fenómeno complejo que transforma tanto nuestro cuerpo como nuestra mente.
Desde la explosión química inicial hasta la profunda conexión emocional y la reinterpretación del mundo que nos rodea, enamorarse moviliza nuestro sistema nervioso, nuestras percepciones y nuestras decisiones.
Esta experiencia nos hace más vulnerables, pero también más empáticos, generosos y capaces de construir vínculos significativos. Por eso, el amor no solo cambia lo que sentimos: cambia, en muchos sentidos, quiénes somos.
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