No. El mundo no tendrá un acuerdo internacional obligatorio para frenar la contaminación masiva de plástico que enferma al planeta. La oposición de un pequeño, pero poderoso grupo de países se opusieron a que se tocará cualquier punto que prohibiera la producción de determinados plásticos, que ellos mismos producen, arrojando cualquier tratado por la borda, tras días de negociaciones en Ginebra.
La contaminación por plásticos es una «bomba sanitaria» que no pudo ser desactivada en Ginebra tras el fracaso de las negociaciones en el marco de la ONU para adoptar un tratado para lucha contra este problema global.
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La investigación identificó a las principales naciones responsables de la producción. Entre ellas, China ocupa el primer lugar, seguida de EE.UU. y Arabia Saudita. El reporte plantea desafíos clave para las políticas de reducción de residuos plásticos.
la ministra francesa de Transición Ecológica, Agnès Pannier-Runacherc, ondenó abiertamente la actitud de «un puñado de países», que «guiados por intereses financieros a corto plazo» bloquearon la adopción de un tratado ambicioso, dejando de lado su deber de velar por la salud de sus poblaciones y la sostenibilidad de sus economías.
Diez días de tensas negociaciones concluyeron la madrugada del viernes con un amargo fracaso para el medioambiente y la diplomacia.
El representante de Noruega, copresidente de un grupo de países que defendía un tratado «ambicioso» para proteger el medioambiente y la salud humana, lo anunció al inicio de la última reunión plenaria de esta cita mundial de 185 Estados: «No tendremos un tratado sobre la contaminación plástica aquí en Ginebra».
El proceso opone a dos bandos: un gran bloque de Estados que quiere medidas ambiciosas, como frenar la producción de plástico, y otro más reducido con países productores de petróleo que busca centrarse más específicamente en la gestión de los residuos para lo que no hace falta un acuerdo internacional vinculante.
Desechos plásticos sin solución en una cumbre de la ONU. Foto: EFE
El presidente de las negociaciones (CNI5-2), el ecuatoriano Luis Vayas Valdivieso, había presentado dos versiones diferentes de borrador en 24 horas, la última de ellas la noche del 14 al 15 de agosto en medio de un clima de caos y expectativa.
Los jefes de delegación, reunidos en esa sesión extraordinaria al amanecer, no lograron ponerse de acuerdo sobre este último texto, a pesar de una evolución en la redacción.
El documento, que aún contenía más de un centenar de puntos por revisar y acordar, constituía una «base aceptable para la negociación», indicaron dos fuentes gubernamentales a AFP justo después de que el último borrador se publicara en la página web de las negociaciones de la ONU.
En su debate, no se alcanzó un consenso, tal y como señalaron los representantes de Arabia Saudita, India y Uruguay.
«Hemos perdido una oportunidad histórica», estimó Cuba.
Tuvalu, en nombre de 14 pequeños Estados insulares en desarrollo del Pacífico, declaró: «Para nuestras islas, esto significa que, sin la cooperación mundial y la acción estatal, se seguirán vertiendo millones de toneladas de residuos plásticos en nuestros océanos, lo que afectará a nuestro ecosistema, nuestra seguridad alimentaria, nuestros medios de vida y nuestra cultura».
Basura plástica en las playas, en Inglaterra. Foto: Paul ELLIS / AFP
Muchos delegados expresaron su decepción, y la representante de Fiyi consideró que este fracaso «debilita el multilateralismo».
Desde el inicio del proceso en 2022, se libró una batalla campal entre dos bandos que parecen irreconciliables.
Qué países conforman los dos bandos enfrentados
Los «ambiciosos», entre los que se encuentran la mayoría de países de América Latina, la Unión Europea, Canadá, Australia, África o las naciones insulares, quieren reducir la producción mundial de plástico y controlar las moléculas más preocupantes para la salud.
En la otra orilla, los países principalmente petroleros rechazan cualquier restricción a la producción o prohibición de moléculas o aditivos peligrosos.
Estos últimos no toleraban que la negociación se basara en «todo el ciclo de vida» del plástico, es decir, desde la sustancia derivada del petróleo hasta su estado de residuo.
Llevaron a cabo una campaña de presión para conseguir que se modificara el «alcance» o el ámbito de aplicación del texto del tratado, que se había fijado en 2022 durante la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el Medioambiente.
Esta sesión de negociación «no ha concluido», declaró Luis Vayas Valdivieso a AFP. La próxima sesión corresponderá a una «nueva parte de la CNI5».
«La secretaría trabajará para encontrar una fecha y un lugar donde se celebre la CNI5-3«, agregó.
La aguerrida diplomática Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), aseguró que estos diez días de negociaciones permitieron comprender «con más detalle las líneas rojas» de cada país.
Críticas de ONGs
Tras el anuncio de la falta de acuerdo, Greenpeace y otras oenegés criticaron a las industrias petroleras y químicas.
«La crisis del plástico se acelera y la industria petroquímica está decidida a sacrificarnos en aras de sus intereses a corto plazo», advirtió Greenpeace.
Durante la última ronda de negociaciones en Busan (Corea del Sur) a finales de 2024, los países ya habían fracasaron en la elaboración de un acuerdo común.
Entretanto, la situación se agrava. El planeta ha producido más plástico desde el año 2000 que en las cinco décadas previas, en su mayoría productos de uso único y de empaque.
Y la tendencia se acelera: si no se hace nada, la producción actual, de unas 450 millones de toneladas anuales, se triplicará hasta el 2060, según las previsiones de la OCDE. Menos de 10% se recicla.