Es primavera de 1949 en la Costa Azul francesa. En la escalinata del ayuntamiento de Vallauris, Margarita Carmen Cansino (conocida en el mundo entero como Rita Hayworth) y el príncipe Ali Khan firman el contrato de matrimonio civil. La prensa, primero vetada y a último momento admitida, irrumpe en la sala. Al día siguiente, en el jardín del Château de l’Horizon, frente al Mediterráneo, la pareja celebra el matrimonio religioso musulmán. El padre del novio había dado un ultimátum semanas antes en la ciudad suiza de Gstaad: “O se separan o se casan”.
Ali Salomone Khan había nacido en Turín el 13 de junio de 1911, hijo del Sultán Mohammad Shah (Aga Khan III) y de la italiana Cleofe “Ginetta” Magliano. Nieto de iraníes por línea paterna, recibió educación con tutores en India y Francia y se formó en Derecho en Inglaterra. Durante su niñez, mientras residía una temporada en los Estados Unidos, coincidió en una colonia artística organizada por la escritora Lydia Avery Coonley Ward con otro niño que más tarde sería célebre: Orson Welles, quien había llegado allí tras la muerte de su madre, y que también se casaría con Rita Hayworth.
En 1939, Ali se alistó en la Legión Extranjera francesa y sirvió en Egipto y Oriente Medio. En 1940 pasó a la Royal Wiltshire Yeomanry británica; en 1944 participó como oficial de enlace (capitán) en el desembarco aliado en el sur de Francia. Recibió la Croix de Guerre, la Bronze Star estadounidense y fue nombrado oficial de la Legión de Honor. Más tarde, en Pakistán fue instalado como primer coronel honorario del recién creado 4º de Caballería (1956-1960).
La fiesta de bodas con Rita Hayworth fue desmesurada: más de 500 invitados, 600 botellas de champán y 50 libras de caviar.
Rita Hayworth y Ali Khan.
Amante al banquillo
En 1935, el nombre de Ali Khan apareció en los tribunales británicos como “co-demandado” en el juicio de divorcio entre Joan Barbara Guinness (nacida Yarde-Buller) y su esposo, el multimillonario Loel Guinness (dueño de la marca de cerveza). Según la legislación vigente en aquel entonces, en los casos de divorcio por adulterio era obligatorio identificar al presunto amante como co-demandado, lo que llevó a que el nombre de Ali quedara formalmente vinculado al caso.
Poco después, Joan se convirtió al Islam, adoptó el nombre Taj-ud-dawlah y, el 18 de mayo de 1936, se casó con Ali en París. De esa unión nacieron dos hijos: Karim al-Husseini, futuro Aga Khan IV (13 de diciembre de 1936), y Amyn Mu-hammad (1937). El matrimonio terminó en 1949, en parte debido a las infidelidades de Ali, entre ellas con Pamela Churchill, nuera del primer ministro inglés.
Luego vino el espectáculo internacional en el que se convirtió el noviazgo y posterior casamiento con Rita Hayworth.
Se conocieron en Cannes, presentados por una periodista chimentera muy temida en aquellos años: Elsa Maxwel. El clima moral de la posguerra, la fama de ambos y la oposición del Aga Khan III contribuyeron al escándalo.
La fiesta de bodas fue desmesurada: más de 500 invitados, 600 botellas de champán, 50 libras de caviar, la piscina perfumada con Eau de Cologne y arreglos florales gigantes con sus iniciales. Hay una escena sublime: Rita corta la torta con una espada de vidrio mientras el cantante y actor ítalo-francés Yves Montand canta C’est Si Bon. Una postal típica de la Riviera Francesa en su momento de gloria.
El 28 de diciembre de ese mismo año nació la hija de ambos, Yasmín, pero el idilio pronto comenzó a resquebrajarse. En 1951 se hizo célebre el episodio en que Ali fue visto bailando con la actriz Joan Fontaine -todo un escándalo- en el mismo club nocturno donde solía encontrarse con su esposa. Ese incidente aceleró el proceso: Hayworth se mudó a Lake Tahoe, Nevada, para establecer residencia y solicitar el divorcio, alegando “crueldad extrema, de carácter enteramente mental”, además de denunciar supuestas amenazas de secuestro sobre su hija Yasmín.
El divorcio se consumó en 1953. Durante la disputa por la custodia, Ali ofreció un millón de dólares solo si Yasmín era criada como musulmana y pasara temporadas con él en Europa. Rita lo rechazó alegando que su hija había sido criada “como una niña estadounidense normal”, educada en la fe cristiana. El matrimonio fue breve, pero legendario. Aún casado con Rita, Ali estuvo prometido con otra belleza de Hollywood, Gene Tierney (1952), compromiso al que el Aga Khan III se opuso; ella regresó a EE.UU. para tratar problemas psiquiátricos.
Ali Khan era un bon vivant. Foto: Archivo de Clarín.
La lista de sus amantes incluye a una nuera de Churchill, a la esposa del dueño de la cervecería Guinness y a la actriz Gene Tierney.
Adios al honor de ser sultán
El 12 de julio de 1957 se leyó el testamento del Aga Khan III: el nuevo imán (Aga Khan IV) sería Karim, hijo mayor de Ali, entonces estudiante de Harvard. La decisión -solo la segunda vez en 1.300 años que se salteaba una generación- se justificó en la necesidad de un liderazgo joven para la “era atómica”. El golpe simbólico para Ali fue enorme, aunque lo aceptó sin estridencias.
En noviembre de 1957, tras reunirse con el presidente Iskander Mirza, recibió la oferta para desempeñarse como embajador de Pakistán ante la ONU. El nombramiento se anunció el 6 de febrero de 1958. Muchos se sorprendieron; un cronista ironizó que era “la respuesta afroasiática a Irene Dunne”, en referencia a la actriz y cantante que el presidente estadounidense Dwight Eisenhower había nombrado para el mismo cargo. A los pocos meses, el 17 de septiembre de 1958, Ali fue elegido vicepresidente de la Asamblea General y presidió el Peace Observation Committee. El bon vivant se movía ahora entre diplomáticos y discursos.
A fines de los cincuenta, Ali se comprometió con la supermodelo Bettina Graziani. El 12 de mayo de 1960, cuando los dos iban camino a una fiesta en las afuera de París, el auto que conducía Ali colisionó en la intersección de boulevard Henri-Sellier y rue du Mont Valérien. Él sufrió lesiones craneales muy graves y murió poco después en el Hospital Foch. Bettina sobrevivió con heridas leves, pero perdió el embarazo que estaba cursando.
Ali Khan fue sepultado inicialmente en el Château de l’Horizon y, en 1972, sus restos fueron trasladados a Salamiyah (Siria). Casi toda su fortuna quedó en manos de sus hijos. Bettina solo recibió 280 mil dólares.
Lord Astor, amigo íntimo del playboy, lo despidió en The Times: más allá del prejuicio, dijo, su encanto, humor y lealtad lo convertían en un amigo “generoso, imaginativo y cálido”.
Ali Khan tuvo muchas vidas en una sola: oficial condecorado, criador de caballos excepcional, dandy de portada, amante apasionado, príncipe heredero desplazado en la línea de sucesión y diplomático inesperado.
Su biografía corre a contramano de las etiquetas: el playboy que sabía de pedigríes mejor que nadie; el príncipe que pasó de los salones de Cannes al estrado de la ONU; el hombre inquieto que, entre dos mundos, eligió vivir a toda marcha.
Cuando el coche se detuvo para siempre en las afueras de París, Ali Khan había dejado atrás mucho más que titulares: una estela de glamour, poder y contradicciones que aún hoy sigue dando que hablar. Su vida -entre purasangres de lujo y mujeres deslumbrantes- bien podría haber salido de un tango de Gardel. Como en Por una cabeza, sus días encarnaron la pasión que se juega entera en un instante, el vértigo de la apuesta y la certeza de que perder mil veces la vida vale tanto como vivirla al límite.
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