El fútbol argentino es único en el mundo por el folclore de sus hinchas. Esta vez, la eliminación de River en la Copa Libertadores a manos del Palmeiras, en los cuartos de final de la edición 2025, trajo desilusión al club de Núñez a la vez que les dibujó una sonrisa a los de la otra vereda. Boca ni si quiera jugó la fase final del torneo sudamericano pero se aferró a la historia para sacar chapa superclásica, y el debate incluyó a dos figuras que son estatua: Carlos Bianchi y Marcelo Gallardo.
Las comparaciones son odiosas pero es imposible evitarlas. Y de un tiempo a esta parte es frecuente poner la lupa sobre la trayectoria de los dos técnicos ganadores en la historia de Boca y River, los equipos más grandes y populares de la Argentina. El Virrey llegó procedente de Vélez, donde ya era leyenda, y con el buzo azul y oro ganó cosas que parecen irrepetibles en el fútbol moderno, como dos Intercontinentales, frente a Real Madrid y Milan. Al Muñeco no le pesó entrenar al club donde brilló como futbolista, hizo olvidar el golpazo del descenso en 2011 y no sólo duplicó el palmarés de Copas sino que una fue ganándole la final al Xeneize.
Por todo eso, Bianchi y Gallardo se hicieron bronce y son leyenda, aunque la pregunta suele instalarse: ¿quién ganó más, o quién es más grande? Ese interrogante puede resolverse rápidamente tirando sobre la mesa los títulos de uno y el otro, y allí lo del veterano exgoleador, que transita los 76 años de edad, es irrebatible. Fue campeón del mundo dos veces, o tres si se cuenta su apoteósica gesta en Vélez.
Tras la caída en San Pablo, el dato circuló rápidamente en las redes sociales, a modo de chicana bostera: Gallardo dejó en 19 su registro de victorias en duelos mata-mata de Copas Libertadores y se mantendrá a dos de los 21 de Bianchi. Este año sumó uno tras la sufrida clasificación por penales ante Libertad de Paraguay, en octavos. Por edad, pareciera que es cuestión de tiempo para que el Muñeco termine alcanzando o superando al hombre de la cabeza calva.
El regreso de Gallardo a Buenos Aires tras la derrota con Palmeiras en San Pablo. Foto: Juano Tesone / enviado especial.
En lo que Bianchi parece ganarle por goleada a Gallardo es cuando se hace foco en el segundo ciclo de cada uno de ellos. El ex DT de Boca lo dirigió entre 1998 y 2001; entre 2003 y 2004; y una última vez, en 2013 y 2014. Si se analiza sólo esa segunda parte, lo del Virrey (que venía de un año sabático) rozó la perfección porque apenas llegó, en cuestión de meses, fue campeón local, de América y del mundo, y perdió la final de la Libertadores 2004, propiciando su renuncia.
En agosto de 2024, el regreso de Gallardo en reemplazo de Martín Demichelis, encendió la ilusión de todo River, que apeló al aura del Muñeco para volver a ser copero en Sudamérica. El técnico, a su vez, venía de una fallida experiencia por el fútbol árabe y la vuelta a casa le devolvía la sensación de ponerse al mando de una nave que en su primer viaje había cosechado 14 títulos, siete locales y siete internacionales. Un año y casi dos meses después, el saldo se mantiene en esos números.
En este tiempo, la racha negativa de Gallardo es una línea de tiempo que no logra quebrarse. El año pasado falló en algunos partidos clave y no llegó a pelear la Liga, que quedó para Vélez, y en la Libertadores cayó por goleada en la ida de las semifinales contra Atlético Mineiro y no hubo remontada en la revancha, cuando local. La sensación de decepción fue todavía más grande porque el torneo se definía en el Monumental.
Diciembre de 2003. Carlos Bianchi besa la Copa Intercontinental diez meses después de su regreso a Boca.
Este 2025 siguió la mala: perdió una final contra Talleres (hoy en zona de descenso) en ese invento de trofeo llamado Supercopa Internacional; luego Platense lo eliminó del Torneo Apertura en cancha de River; y se despidió demasiado pronto del Mundial de Clubes por culpa de un empate inoportuno contra Monterrey de México.
Ahora, tras este nuevo cachetazo contra Palmeiras, a River le queda la Copa Argentina, donde se medirá ante el Racing de Costas por un lugar en semifinales (el partido es el jueves 2, en Rosario) y es protagonista del Torneo Clausura, donde este domingo recibe a Deportivo Riestra y tratará de recuperar la punta de la Zona B.
En San Pablo, el Muñeco se mostró fuerte y habló de su equipo con la vista puesta en el futuro, en los objetivos más cercanos pero también apuntando al largo plazo, allí donde ahora deberá ubicarse a la Libertadores del año próximo. Eso sí, no deberá descuidarse en la lucha por la clasificación: si no gana el Clausura necesitará meterse por tabla anual, donde luchan varios pretendientes. En ese berenjenal también está metido Boca, que difrutó la caída de River pero que al igual que su clásico rival tiene pocos motivos certeros para festejar.