El 7 de octubre de 2023 comenzaba la etapa más sangrienta del conflicto israelí-palestino desde el plan de Partición de las Naciones Unidas de 1947. La operación de Hamas en el territorio del estado judío abría para este el proceso más largo y violento por encima de la guerra de la Independencia, la de los Seis Días y la de Iom Kipur en su conjunto.
Para hacer un balance de las consecuencias de las acciones llevadas a cabo por Hamas debemos evaluar al menos tres dimensiones: la militar, la política y la diplomática. Desde la perspectiva armada la agresión fue exitosa ya que invadió, desató el caos durante varias horas, causó más de 1200 muertes y capturó rehenes civiles que aún mantiene en cautiverio.
Además, a pesar de los graves daños ocasionados por Israel a su infraestructura militar y humana, como respuesta a su ataque, es de prever que miles de personas de las próximas dos generaciones de gazatíes estén dispuestas a buscar venganza contra Israel formando parte de Hamas o de cualquier otra agrupación armada.
Desde el punto de vista político y diplomático las consecuencias de aquellas sanguinarias operaciones todavía no se alcanzan a conmensurar pero sin temor a equivocarme puedo asegurar que son las más significativas a favor del futuro estado palestino desde 1947.
Cinco son los elementos que considero. El primero de ellos es que 7 meses después de aquel ataque el 10 de mayo de 2024 la Asamblea General votó una resolución que dice que “Palestina está calificada para transformarse en un estado miembro de la ONU”.
Esa votación obtuvo 143 votos a favor, 25 abstenciones y 9 contrarios. Segundo, cuando aún seguían las acciones militares y los rehenes cautivos el 19 de septiembre de 2025 el mismo órgano con una mayoría superior a la de 2024 “reafirma la necesidad de avanzar en la solución de dos estados (Israel y Palestina) como camino para alcanzar la paz en Medio Oriente”. Tercero, en el lapso de dos años países centrales como Francia, Canadá, Reino Unido, Australia, España, entre otros, reconocieron unilateral y formalmente al estado Palestino.
También desde el punto de vista político y diplomático pero con impacto en la imagen pública de Israel son los procesos legales ante la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional en donde se acusa al país y algunos de sus líderes de genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por su respuesta militar.
Es de esperar que la ONU no se equivoque como cuando lo hizo en 1975 al aprobar la resolución que equiparaba el sionismo con el racismo y con el apartheid sudafricano y que en 1991 debió anularla.
Quinto, la opinión pública mundial mayoritariamente condena absolutamente a Israel por las imágenes de devastación militar, humana y material en Gaza dejando ya en un segundo plano los ataques que precipitaron su letal réplica.
Como conclusión podemos decir que la combinación de la fórmula militar-política-diplomática de Hamas fue triunfal ya que consiguió doblegar a un estado que se había preparado para ser una potencia castrense que vencía e intimidaba a las fuerzas armadas de la región pero está llena de obstáculos para enfrentar a una organización que le propone una guerra de guerrillas de largo plazo y que, paradójicamente, desde lo político-diplomático logra el mayor premio desde que Arafat entendió con los Acuerdos de Oslo que la lucha armada no estaba dando los resultados que buscaba y decidió priorizar las vías diplomáticas. Hoy esa ecuación ha vuelto a cambiar.
Agustín Romero. Doctor en Ciencia Política y Director del posgrado en Asuntos Argentinos, Facultad de Derecho, UBA
Sobre la firma
Agustín Romero
Doctor en Ciencia Política. Asesor y coach en temas internacionales. Profesor Universitario en las carreras de Ciencia política y Relaciones Internacionales
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