Esta semana, los dos autores de este artículo pasamos horas scrolleando un feed de videos cortos que nos mostraban a nosotros mismos en escenarios tan realistas como absurdos. En uno, caíamos en paracaídas con pizzas en lugar de velas; en otro, Eli conectaba un home run ganador en un estadio repleto de robots; en un tercero, Mike protagonizaba un duelo al estilo Matrix contra Ronald McDonald, usando hamburguesas como armas.
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La aplicación no era TikTok, Instagram Reels ni YouTube Shorts. Era Sora, la nueva app para celulares de OpenAI que permite crear videos enteramente generados por inteligencia artificial. La tecnología detrás de Sora había debutado el año pasado, pero su última versión (más rápida, potente y con la posibilidad de incorporar el rostro del usuario) se lanzó esta semana en modo exclusivo por invitación.
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Muy pronto quedó claro que Sora no es sólo un generador de videos con IA: es prácticamente una red social camuflada, un clon de TikTok en su interfaz, en las recomendaciones algorítmicas y en la interacción entre usuarios. La diferencia es que ahora cualquiera puede producir clips sin límite y con un realismo inquietante. Tanto, que cuando Mike compartió uno en Instagram, varios amigos le preguntaron si realmente era él.
La app también abre riesgos. Ya se viralizaron videos con personajes de Rick and Morty o Pikachu, y expertos advierten que la posibilidad de crear videos hiperrealistas de personas podría disparar la desinformación, generando escenas falsas capaces de empujar a la gente a tomar decisiones en el mundo real. Aunque otras herramientas ya permitían algo parecido, Sora podría acelerar el fenómeno.
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El lanzamiento ocurre en medio de una carrera feroz: Meta acaba de estrenar su propio feed de videos con IA en la app Vibes, apoyada en la tecnología de Midjourney, y Google impulsa un producto similar llamado Veo. Los ejecutivos tecnológicos aseguran que estas herramientas marcarán el próximo paso de las redes sociales, tras el salto de los textos a las fotos y luego al video masivo.
Sora, sin embargo, genera alarma. El sistema permite escanear rostros para aparecer como avatares en los clips, o incluso usar la cara de figuras públicas. La función, llamada Cameos, ya despertó advertencias de especialistas en ciberseguridad, que ven allí un terreno fértil para nuevas estafas y desinformación.
OpenAI asegura que trabaja con titulares de derechos para bloquear contenidos bajo pedido y que existen limitaciones para cierto material sexual o con copyright. Pero en Hollywood el temor es evidente: la agencia WME envió un memo a sus agentes prometiendo defender la propiedad intelectual y la imagen de sus representados frente a la app.
Mientras tanto, en redes como X y TikTok, los videos de Sora ya generan fascinación y rechazo por igual. Entre los más compartidos aparece un Sam Altman —el propio CEO de OpenAI— “robando” una placa de video en una tienda, como si hubiera sido registrado por una cámara de seguridad.
El potencial es enorme y el vértigo, también: con apenas una idea y un par de minutos de procesamiento, cualquiera puede protagonizar escenas que parecen salidas de una superproducción. La pregunta que queda es si Sora marcará el futuro del entretenimiento digital o si se convertirá en otro eslabón en la cadena de desinformación y caos online.
Por Mike Isaac y Eli Tan
c.2025 The New York Times Company
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