El Gobierno desarrolló a lo largo de este año una extraña habilidad para autogenerarse crisis por capítulos, con un método que parece infalible: en general el problema surge por un error no forzado e involucra de entrada a un actor central del poder libertario; el tema es inicialmente minimizado, pero igual trepa con velocidad en la agenda pública; ante la escalada, no se logra coordinar una estrategia verosímil y efectiva para hacer control de daños, y termina con un alto impacto en la reputación simbólica del oficialismo y en el ánimo de la ciudadanía.
El caso $LIBRA en febrero, el escándalo de los audios de Diego Spagnuolo en agosto, y ahora la miniserie de José Luis Espert, todos siguieron el mismo libreto. Claramente fueron episodios potenciados desde la oposición con intencionalidad electoral, pero lo más llamativo es la carencia de recursos para la defensa que denota la Casa Rosada. La misma fuerza política que el año pasado dominaba a voluntad la conversación pública, especialmente en el ámbito digital, ahora luce incapaz de interrumpir esa secuencia de deterioro que se repite ante cualquier denuncia. Los propios funcionarios se sorprenden del nivel de descoordinación y de la ausencia de ordenamiento interno.
Esta semana la polémica en torno de Espert fue una nueva exhibición de esas carencias. El viernes anterior el candidato de Fuerza Patria, Juan Grabois, presentó la denuncia por supuestos nexos con Fred Machado, un empresario acusado de vínculos con el narcotráfico. El escándalo se potenció de tal manera, que este viernes terminó con una cumbre nocturna en Olivos para resolver la cuestión, con Javier Milei personalmente involucrado en su definición.
El diputado fue convocado para reunirse con él, y también estuvieron allí Karina Milei y Santiago Caputo. Según relató una persona muy cercana al poder libertario, y avalaron otras dos fuentes de las distintas tribus, la reunión tuvo una dinámica curiosa. La hermana presidencial y el asesor habrían esbozado la idea de que quizás lo más conveniente era que Espert debía bajarse de su candidatura. Los dos siempre se opusieron a la idea de que encabezara la lista en la provincia de Buenos Aires, en parte porque no lo consideraban un buen candidato por su estilo y por su perfil poco bonaerense, y otro tanto porque nunca le perdonaron su época de críticas duras a Milei.
Después de ese planteo inicial, el propio Espert habría admitido que dadas las circunstancias, él estaba dispuesto a resignar su lugar. Inmediatamente se activaron todas las usinas libertarias que filtraron el dato: la decisión era inminente. De allí la expectativa que se generó durante una media hora. Sin embargo, faltaba la palabra decisiva. “El profe se queda”, sentenció Milei. Tuit canchero del diputado, retuit del presidente y asunto resuelto. Sin embargo, los protagonistas negaron esta versión de los hechos, dijeron que nunca se evaluó la renuncia a la candidatura y que el encuentro fue sólo para definir las próximas líneas de acción.
Quienes conocen de cerca al Presidente aseguran que pesaron dos razones en la persistente defensa de su protegido. La primera, jamás permitirá que Grabois y el periodismo le marquen la agenda y las decisiones. “No me voy a someter a lo que diga esa banda de kirchneristas. Una cosa es que él no haya comunicado bien su situación, pero otra es correrlo cuando no tiene ni siquiera una imputación penal”, esgrimió Milei ante sus interlocutores.
La segunda razón, cierta dosis de soberbia para no admitir que quizás fue un error elegir a Espert como candidato. Fue la única figura que él mismo designó y defendió ante las críticas de su entorno. Si Lule Menem no se podía ir porque representaba a Karina, Espert se queda porque se transformó en un símbolo para Milei. Nadie puede explicar racionalmente las razones de ese vínculo tan férreo, reconstruido después de las fuertes diferencias que mantuvieron.
La cumbre del viernes en Olivos fue el corolario de días frenéticos, en los que se dieron dinámicas impensadas. La primera salida en público fue el lunes en TN, donde Espert primero se escandalizó por las ramificaciones narco del triple crimen de Florencio Varela, y poco después minimizó por completo sus vínculos con Fred Machado. En diez minutos pasó de “cárcel o bala” a “campaña sucia contra las ideas de la libertad”.
Como el tema seguía instalado, en el equipo de campaña se analizó la situación y se resolvió que fuera el miércoles a la noche a dar explicaciones más claras en el canal A24. Según reconocen en ese espacio, Espert no estaba muy convencido y fue un poco a regañadientes. “Aceptó ir a desgano pero no siguió la línea discursiva que se preveía. En vez de mostrarse franco y sincero parecía hablar para un expediente judicial”, reconocían desde el campamento libertario.
Al mediodía del jueves Espert se reunió varias horas con Santiago Caputo para reorientar la estrategia, pero sobre todo para saber exactamente cómo había sido su relación con Machado, qué compromisos asumió, cuántos pagos recibió. En función de lo que el diputado relató, se armó una línea argumental y se resolvió grabar un video.
Espert no parecía demasiado cómodo con la idea porque lo postergó durante todo el día. A media tarde LA NACION publicó una nota de Hugo Alconada Mon y Paz Rodríguez Niell en la que se detallaba cómo había sido el circuito de los 200.000 dólares que recibió el economista, y que contradecía las explicaciones que él había dado previamente.
Hubo enojos fuertes en la Casa Rosada porque en vez de anticiparse al informe, ahora ya aparecería en forma reactiva. Finalmente el video se emitió casi a la medianoche de ese jueves, en seis minutos cargados de inexactitudes y datos erróneos. Entre quienes habían asesorado a Espert se incrementó el malestar porque entendieron que les había ocultado información. “Si el tipo nos miente a nosotros, es imposible ayudarlo”, se quejó uno de ellos.
En el oficialismo hay muchas prevenciones por lo que puede pasar el miércoles en la Cámara de Diputados. Ese día se debatirá la continuidad de Espert como presidente de la Comisión de Presupuesto y se espera una verdadera trituradora. Hay temor a defecciones sensibles en el propio campo de los aliados que fuercen a situaciones indeseadas.
La rebeldía silenciosa
Dentro del Gobierno, el caso fue muy nocivo, porque prácticamente dominó todas las conversaciones. Patricia Bullrich llevó la voz cantante, dentro y fuera del gabinete, no sólo porque como ministra de Seguridad que habla de combatir el narcotráfico, el vínculo de Espert con Machado la expone a una contradicción incómoda. Sino también porque como candidata siente que necesita desmarcarse del ancla que hoy significa el tema. En el fondo, explican cerca de la funcionaria, busca preservarse en su aventura porteña y diferenciarse del resultado nacional, al que ve cada vez más comprometido. Igual no le saca el cuerpo a la campaña. Fue ella la que propuso hacer la presentación del proyecto del código penal en la cárcel de Ezeiza con Milei.
El resto de los ministros se fueron acoplando a la idea de que era insostenible la situación de Espert. Fue tal la preocupación con la cuestión que le pidieron a Mariano Cuneo Libarona que hiciera un reporte del estado de situación judicial del caso. El ministro revisó los expedientes y la información disponible e hizo una devolución lapidaria: “Todo es mucho más complejo de lo que parece. Es muy delicada su situación”.
Se presentó entonces un panorama inédito en el interior del poder libertario: un grupo importante de funcionarios quedó alineado para que Espert diera un paso al costado, y enfrente resistía Milei. Se produjo un quiebre muy sutil pero que algunos catadores sensibles percibieron. Si bien el Presidente bajó la consigna de que había que defender a su amigo, y de que le pidió a Santiago Caputo (muy alineado con el Presidente en esta crisis) que dotara al equipo de instrumental argumental para hacerlo, varios de los actores libertarios más visibles eludieron la sugerencia y se aferraron al mensaje de que “debe dar explicaciones”.
Uno de ellos graficó: “Nos tiramos arriba de la bomba con el tema de los audios para defender al Gobierno, porque dijimos que eran turbios y una opereta. Pero quedar pegados a un narco, ya es demasiado”. La tensión interna fue muy alta, pero al mismo tiempo infrecuente. Esta vez no derivaba de la disputa entre kariletos y caputescos. El responsable era el propio Milei, la fuente de energía de todo el proyecto.
La otra consecuencia palpable del escándalo fue la desviación de la campaña electoral, en el momento en el que el oficialismo creía haber encontrado un punto de apoyo con la ayuda económica prometida por EE.UU., después de dos meses de fuerte caída en las encuestas.
La organización ingresó en una fase de descontrol y cambios constantes de agenda, y el discurso previsto, que era “La libertad avanza o la Argentina retrocede”, quedó desplazado por Espert se queda o Espert se baja. Un candidato que se encontraba de recorrida por el interior bonaerense, de acuerdo a la planificación prevista, lo llamaron a último momento para que estuviera en Ezeiza en el acto del Presidente. La logística de la recorrida de Santa Fe y Paraná debió ser replanteada porque se iba a hacer el viernes y se pasó para ayer.
Un postulante importante del oficialismo planteó al cerrar la semana: “Veníamos de semanas muy difíciles y por eso era vital repuntar con la campaña. Pero ahora, ¿cómo hacemos campaña? Les pedí a los míos que en las recorridas no convoquen a los medios porque inevitablemente me preguntan por el tema Espert. Estamos más apáticos que la gente. Los militantes no militan y no hay mesas de volanteo en las calles”.
La semana pasada hubo una brisa de entusiasmo por una encuesta que en la provincia de Buenos Aires había recortado a 8 puntos la diferencia con el peronismo, pero ahora todo volvió a entrar en un cono de dudas. Hay un pesimismo muy marcado en las filas libertarias respecto del futuro electoral.
Una sociedad inesperada
Milei volvió de su último viaje a Estados Unidos con una “recomendación” política muy clara: recomponer alianzas y lograr consensos para recuperar el control de la agenda en el Congreso y avanzar con las reformas. Se lo dijeron desde la Casa Blanca y el Tesoro, hasta el FMI. Le piden que sea consensual, que articule el diálogo con gobernadores y legisladores y que amplíe su equipo en función de esos objetivos. En definitiva, le reclaman que sea otro Milei. Pequeño dilema existencial para una figura que trascendió por hacer exactamente lo opuesto.
Quienes más lo conocen, admiten que no está muy convencido de actuar en respuesta a ese planteo. Pero de todos modos, habilitó dos movimientos. El primero fue con los gobernadores. Hubo un sondeo a los más cercanos para ver qué disposición tenían para hacer una foto en clave de exhibición de gobernabilidad. Los mandatarios agradecieron la invitación, pero pidieron programarla para después de las elecciones. También hablaron con ellos la posibilidad de morigerar la avanzada con el proyecto de regulación de los DNU, que está agendada para este miércoles en Diputados y requiere 129 votos para ser aprobada.
El Gobierno sabe que es difícil evitar una derrota, pero trabaja para que la oposición no tenga dos tercios, porque eso implicaría que cuando seguramente se vete el proyecto, no tenga apoyo suficiente para la insistencia. Hay consenso entre algunos gobernadores e influyentes legisladores que supieron ser aliados en que sería un golpe demasiado duro quitarle esa herramienta a un gobierno con fragilidades como el de Milei. En la Casa Rosada también evalúan alternativas de cambios, como que el proyecto empiece a regir recién en diciembre de 2027, para condicionar a cualquier futuro aspirante al poder.
El segundo movimiento estuvo dirigido a recomponer el diálogo con Mauricio Macri, con quien se reunió dos veces en una semana, después de un año de silencio. Fue clave en ese reencuentro el rol de Francos, a quien el expresidente destaca especialmente. Al diálogo del último viernes se sumó también Karina, por un pedido del propio Macri. “En la primera reunión él dijo que era importante que estuviera, porque ella está a cargo de lo partidario y es clave que entienda que somos amigos”, describió un funcionario.
Lo que trascendió de la reunión fue el pedido de Milei a Macri para que lo ayude a construir una nueva gobernabilidad a partir del 27 de octubre. El expresidente está dispuesto a acompañar porque está preocupado por las debilidades del Gobierno, aunque aún no sepa con certeza si Milei está convencido de esa convocatoria, que debería incluir a otras fuerzas.
Una interpretación que se hizo en la Casa Rosada es que Milei le pidió a Francos que se transforme en el bastonero de esa nueva etapa, y que el jefe de Gabinete hizo el primer movimiento con Macri, asociado a Karina, porque ambos entienden que ella es inescindible de su hermano. Emergió allí una sociedad inesperada. Quien no aparece en esa coreografía es Santiago Caputo. “Francos vio que Karina es intocable y decidió aliarse con ella”, decodifica un integrante del Gobierno.
Sin embargo, en el entorno del asesor minimizan esa gestualidad, confiados en que para lograr consensos amplios Milei va a necesitar muchos más apoyos que los que puede ofrecer Macri, y ahí el asesor puede proveer esos vínculos.
Detrás de estos movimientos precarios y muy condicionados al resultado electoral, aparece un interrogante central: ¿Milei está dispuesto a avanzar en un rediseño de su estructura de poder? Esto es clave, porque también implicaría que el propio presidente ha resuelto pasar a otra etapa de su gobierno.
Pero no hay nadie que afirme con convicción semejante cambio de piel. Es más, bien cerca del Presidente hay quienes admiten que Milei aceleró los contactos porque necesita mostrar que entendió el mensaje de Washington antes de volver a reunirse con Donald Trump en nueve días.
En este momento están en la capital norteamericana Luis Caputo y Santiago Bausili, tratando de darle una forma concreta a la ayuda prometida por Scott Bessent. En la Casa Rosada dicen que lo más probable es que haya precisiones sobre el swap o, como mencionó Kristalina Georgieva, un aporte en los Derechos Especiales de Giro (DEG) que administra el FMI.
No disimulan que lo ideal sería que se incluya un anuncio de compra de bonos de la deuda, porque bajaría de inmediato el riesgo país y sería la medida de instrumentación más rápida, con efecto directo antes de las elecciones. Pero eso es cada vez más difícil dada la reacción negativa de la oposición demócrata ante los mensajes de ayuda económica de Bessent.
Lo que sí está claro, es que la misión de Caputo necesita regresar con un resultado concreto para no generar un efecto adverso de expectativas incumplidas. Difícilmente el ministro podría desmentir la urgencia que tiene para obtener esa señal que le permita poder continuar con su plan.