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«Liquídenlo, lo tienen que liquidar». 32 minutos del primer tiempo. Sevilla estaba dando el golpe y le ganaba 1-0 al Barcelona, que arrancaba el partido dos puntos abajo del líder Real Madrid. Había cooling break por los 31° que hacían en la capital de Andalucía. El mensaje de Matías Almeyda para sus dirigidos, todos reunidos, fue claro: nada de meterse atrás. El equipo le respondió: a los 36′, el centrodelantero Isaac Romero marcó el segundo de un 4-1 para los libros.
Sí, 4-1. Con un Sevilla que venía lejos de los flashes, que en la temporada pasada se había salvado del descenso por apenas un punto, que no se mete en el top 10 de LaLiga desde la 2021/22 y que tiene el 11° plantel más cotizado del torneo (el Barsa, el segundo), el DT argentino hizo el milagro. O la revolución, término que ya adoptaron como cotidiano en España a la hora de referirse a su trabajo.
«El 98% de los equipos que esperaron atrás al Barsa terminaron perdiendo… Hay que buscar otras formas», decía el Pelado en la previa de este encuentro, que iba a medir en buena parte para qué estaba su equipo. Y en el Sánchez-Pizjuán fue consecuente con su discurso: a pesar de tener enfrente a Pedri, Rashford, Dani Olmo, Lewandowksi y compañía (Lamine Yamal estuvo ausente por una lesión en el pubis), su equipo no se achicó, aprovechó los espacios por los imprecisos achiques de la defensa catalana, cortó bien los circuitos de juego rivales y terminó goleando en media de una fiesta.
El Pelado, que casi no gastó en el mercado de pases, hizo foco en la unión y la importancia del grupo (AP).
Una muestra de credenciales que es fruto del trabajo que está llevando adelante Almeyda para que el Sevilla vuelva a ser ese que peleaba a nivel continental: con 13 puntos en ocho fechas (va sexto, a ocho del Real), afronta el mejor arranque desde el 2021, cuando terminó cuarto de la mano de Julen Lopetegui. Con un agregado: nueve de esos puntos -sobre un total de 12- los consiguió de visitante, lo que no se daba desde el 2019 (misma performance).
Y lo hizo achicando fuertemente la masa salarial por el fair play financiero (algo que viene desde el año pasado, cuando por ejemplo Marcos Acuña salió para venir a River) y con una minuciosa selección de los refuerzos: más allá de haber embolsado aproximadamente €55 millones en ventas (el zaguero Loïc Badé al Leverkusen y el extremo Dodi Lukébakio al Benfica, las top), apenas invirtió €250 mil en el préstamo del volante central Batiste Mendy. Sin argentinos en el plantel, sus otros seis refuerzos llegaron libres (Alexis Sánchez, Gabriel Suazo, Fábio Cardoso, Alfon González y César Azpilicueta) o mediante una cesión sin cargo (el arquero Odysseas).
«Metidos atrás, casi se van a Segunda», marcó su postura hace una semana y media el Pelado, que moldeó un equipo que mezcla presión, solidaridad para recuperar y verticalidad para atacar. Aunque su reconstrucción no fue solo futbolística: desde que llegó para el inicio de esta temporada, hizo foco en la unión y en la importancia del grupo para que el pasado reciente, en el que el equipo coqueteó con el descenso, quedara en el olvido. Y para que un histórico se vuelva a meter en la conversación grande.
La goleada al Barcelona fue la confirmación de que la revolución está en marcha…
La goleada del Sevilla de Almeyda al Barcelona
Sevilla –
Resumen de Sevilla-Barcelona
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