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Lo que antes era tiza y pizarrón, hoy también es algoritmo y código. La educación, ese territorio que durante siglos parecía estable, está mutando. Ya no alcanza con imaginar filas de pupitres y un profesor frente al aula: en ese mismo espacio conviven hoy tutores digitales que responden preguntas a toda hora, simulaciones que recrean escenarios profesionales y plataformas que arman un recorrido distinto para cada estudiante.
En Argentina, esa transformación ya no es promesa, es presente. En UADE, más de 5.500 alumnos de Matemática, Química y Estadística trabajan desde comienzos de año con aprendizaje adaptativo. Antes, todos con la misma partitura. Hoy, cada alumno con su propia melodía: al que necesita repaso, se lo refuerza; al que avanza más rápido, se lo desafía. Los números acompañan —más aprobados, menos recursadas—, pero lo que más destacan los estudiantes es otra cosa: la sensación de avanzar distinto, a su propio ritmo.
A ese esquema se suman los bots desarrollados por la Universidad, que funcionan como tutores disponibles las 24 horas. Para muchos, se volvieron parte de la rutina: corrigen ejercicios, explican dudas en segundos y abren un camino cuando parecía trabado. La diferencia no es solo la respuesta, sino la inmediatez: en vez de esperar a la próxima clase, el impulso llega en el momento justo.
En las aulas de UADE, la inteligencia artificial ya es parte de la rutina.
La IA también se utiliza para actividades prácticas. En Psicología, por ejemplo, los alumnos entrenan con pacientes simulados a través de realidad virtual combinada con IA. Cada error se convierte en aprendizaje sin las consecuencias de la vida real. Es un ensayo general antes del estreno profesional, un laboratorio de experiencias que prepara sin riesgo.
Una dinámica que no se limita a un único edificio, pues el despliegue alcanza a todas las sedes y campus de UADE: el Campus Buenos Aires, UADE Belgrano, UADE Recoleta y el Campus Costa Argentina, en Pinamar. En cada uno de esos espacios, la IA ya convive con estudiantes y docentes, sumándose a la vida académica cotidiana.
La Universidad afirma que la tecnología no funciona sin la guía de quien enseña. Por eso lanzó un plan de capacitación internacional junto a universidades de primer nivel como Arizona State University para capacitar más de 1.200 profesores que ya se entrenaron en cómo incorporar IA en sus clases. El docente no pierde protagonismo: gana otra función; la transforma y se reinventa. Se convierte en guía, en filtro, en la voz que ordena el ruido digital.
La transformación alcanza incluso la gestión cotidiana. En los pasillos, laboratorios y estacionamientos de UADE ya hay algoritmos que aprenden: sistemas que anticipan la ocupación de aulas, cámaras que alertan sobre objetos fuera de lugar, sensores que avisan en tiempo real qué plazas libres quedan en el parking. Lo que antes era invisible en la logística universitaria hoy se hace visible gracias a los datos.
La transformación alcanza incluso la gestión cotidiana. En los pasillos, laboratorios y estacionamientos de UADE ya se trabaja con algoritmos.
Dentro de esta evolución e integración de la IA en la vida universitaria también se incluye una nueva propuesta académica: la Licenciatura en Inteligencia Artificial y Ciencia de Datos, dentro de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas. La carrera prepara a profesionales para liderar la transformación digital: combina programación avanzada, machine learning, big data, ética algorítmica y proyectos aplicados con herramientas reales del mercado. Sus egresados podrán diseñar modelos predictivos, analizar grandes volúmenes de información, desarrollar soluciones de automatización inteligente y liderar proyectos de innovación en empresas y organismos públicos. En un mundo definido por el valor de los datos, UADE busca formar a los protagonistas que entiendan y dominen ese lenguaje.
“La inteligencia artificial no está para reemplazar lo humano, sino para amplificarlo: pensamiento crítico, creatividad, capacidad de decisión. En un mundo laboral cada vez más atravesado por la digitalización, lo que marcará la diferencia no será solo manejar herramientas, sino saber combinarlas con criterio y sensibilidad. La educación, entonces, se vuelve el espacio donde esa alquimia se ensaya y se perfecciona”, resume Paula Iglesias, directora de Soporte a la Gestión Educativa de UADE.
El verdadero cambio no está en las pantallas, sino en cómo aprendemos a convivir con ellas. El aula del futuro ya no es un espacio donde alguien dicta y otro escucha, sino un lugar donde docente y estudiante dialogan con la tecnología. Y en ese diálogo se replantea algo mayor: que el conocimiento no se estandarice, sino que se personalice, se enriquezca y se vuelva, paradójicamente, más humano que nunca.
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