León XIV ha trazado una línea bien clara de su orientación con su primer documento apostólico desde que fue elegido, el 8 de marzo, como pontífice universal. Ha asumido como suyo el punto de partida del proyecto iniciado por el Papa argentino Jorge Bergoglio, Francisco, de afrontar la pobreza en todas sus formas.
El pensamiento de Francisco y la doctrina de Dilexit te, la exhortación apostólica que también forman la base para la primera encíclica del Papa Prevost que ya ha publicado. Fue legendaria la frase de Jorge Bergoglio al comenzar su pontificado: «Quiero una Iglesia pobre para los pobres», que León ha hecho suya.
Las ideas del pontífice argentino están contenidas ampliamente en treinta citas en el documento, en el que señala que el pensamiento de Francisco «lo asumo como mío» y está feliz por presentarlo al comienzo de su pontificado.
El texto de una treintena de páginas está dedicado al amor por los pobres y desde el título se vincula a la última encíclica del argentino Francisco, Dilexit nos, exaltando la continuidad entre ambos.
León XIV durante un encuentro en el marco del jubileo. Foto: EFE
No hay que olvidar que Robert Francis Prevost era un joven misionero norteamericano, agustino, enviado a Perú. Allí desarrolló sus ideas y atrajo la atención del Papa Francisco, que lo nombró obispo de Chiclayo y más tarde lo incorporó como «ministro» en el área de los obispos dentro del gobierno central de la Curia Romana. Esta vecindad lo hizo conocido y facilitó su elección como pontífice el 6 de marzo de este año.
La sintonía de ideas entre ambos explica la sensación de un documento escrito a cuatro manos. Francisco lo estaba preparando y la exhortación apostólica del Papa León XIV sobre la acción «por los pobres y con los pobres» imagina que Cristo se dirige a cada uno de ellos diciendo: «Tienes poca fuerza, poco poder, pero yo te he amado».
En el documento, el Papa Prevost propone en bloque la herencia de su predecesor sobre la teología de la liberación, la opción preferencial por los pobres y los empujes teológicos y sociales en la base de los movimientos populares.
Dilexit te exhorta a los cristianos a trabajar juntos para purificar las estructuras económicas de aquellos desequilibrios que crean daños morales y materiales, lo que Francisco llamó «la economía que mata».
«Las condiciones de los pobres representan un grito que en la historia de la humanidad interpela constantemente nuestra vida, nuestra sociedad, nuestros sistemas políticos y la Iglesia», afirma.
Todas las pobrezas «no son solo materiales, sino también morales y culturales, visto que el acceso a la instrucción no es siempre un derecho difuso».
La exhortación destaca que «sobre la pobreza no podemos bajar la guardia. Aumentan de modo exponencial las diferencias entre los pobres y los superricos del mundo. Esto significa que aún persiste —a veces bien enmascarada— una cultura que descarta a los otros sin siquiera darse cuenta y tolera con indiferencia que millones de personas mueran de hambre o no sobrevivan en condiciones indignas para el ser humano».
«Doble es la pobreza que sufren las mujeres que padecen situaciones de exclusión, maltrato y violencia, porque con frecuencia se encuentran con menores posibilidades». Destaca en ellas «el heroísmo en la defensa de la fragilidad de sus familias».
El Papa recuerda que las primeras comunidades cristianas dieron «un claro ejemplo eclesial de condivisión de los bienes y de atención a la pobreza». Los cristianos «llevaban todo lo que podían a los más necesitados porque los veían como sus hermanos y hermanas en Cristo. La Iglesia naciente no separaba el creer de la acción social; la fe que no era acompañada por el testimonio de las obras, como enseña Santiago, era considerada muerta».
«Dios ha destinado la tierra y todo lo que ella contiene al uso de todos los hombres y pueblos. Por lo tanto, los bienes creados deben, según un equitativo criterio, ser compartidos por todos. Cada propiedad privada tiene por su naturaleza una función social que se funda en la común destinación de los bienes».
León XIV sostiene que la ayuda más importante a una persona pobre es ayudarla a tener un buen trabajo para que pueda ganarse «una vida de acuerdo a su dignidad«.
Sobre la firma
Julio Algañaraz
Corresponsal en Roma y Vaticano [email protected]
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